The Washington Post (Estados Unidos), Elizabeth Dias, 3.04.2020
Hace tiempo que Shamain Webster, quien vive en los suburbios de Dallas, ve las señales de un inminente apocalipsis, tal como el que la Biblia predijo.
“Se levantará reino contra reino”, le enseñó Jesús a sus discípulos en el evangelio de Lucas. Webster ve una amplia división política en este país. Habrá terror y grandes señales del cielo, dijo Jesús. Ella ve cómo se desvanecen los valores bíblicos. Un gobierno que no actúa en el mejor interés de las personas. Y ahora esto, una pandemia.
Pero Webster, una cristiana evangélica de 42 años, no tiene miedo. Ha estado escuchando en línea a uno de sus predicadores favoritos, quien ha dicho que la pandemia del coronavirus es una “restauración divina”.
“Este tipo de momentos realmente te hacen revaluar todo”, afirmó Webster. Mientras todos pasamos por un periodo de aislamiento, añadió, Dios está usando este momento para el bien, “para enseñarnos y entrenarnos en cómo vivir mejor la vida”.
Sin embargo, la historia del apocalipsis es bastante antigua, es una de las más antiguas que los humanos cuentan. En las tradiciones ancestrales religiosas más allá del cristianismo —incluyendo el judaísmo, el islam y el budismo— es una narrativa común que surge en momentos de crisis sociales y políticas, cuando la gente intenta procesar eventos impactantes.
“No es solamente sobre el fin del mundo”, afirmó Jacqueline Hidalgo, catedrática de religión en el Williams College en Massachusetts. “Nos ayuda a ver algo que estaba escondido”.
Mientras la pandemia empuja a los Estados Unidos y a la mayoría del mundo a un nuevo orden social y económico, quienes estudian y practican religiones encuentran verdades más profundas que se van develando.
La crisis revela desigualdades en la atención médica, divisiones de clase y el hecho de que los trabajadores más importantes de la sociedad estadounidense se encuentran entre los peor remunerados, afirmó Jorge Juan Rodríguez V, doctorando en historia de la religión en el Seminario Teológico de la Unión en Nueva York.
Alrededor del 44 por ciento de los posibles votantes en Estados Unidos ven la pandemia del coronavirus y la crisis económica como un llamado al despertar de la fe, una señal del juicio venidero de Dios o ambos, según una encuesta encargada por The Joshua Fund, un grupo evangélico dirigido por Joel C. Rosenberg, quien escribe sobre el fin del mundo, y que fue realizada la semana pasada por McLaughlin & Associates, la encuestadora que trabaja para el presidente Donald Trump y otros republicanos.
David Jeremiah, un pastor que se ha convertido en uno de los asesores evangélicos informales de Trump, se preguntó en un reciente sermón si el coronavirus era una profecía bíblica y calificó a la pandemia como “la cosa más apocalíptica que nos ha pasado”.
Entre los cristianos, una de las narrativas apocalípticas más conocidas es el libro de las Revelaciones del Nuevo Testamento, el cual cuenta la historia de la derrota de una bestia malvada, un juicio final divino y la llegada de la Nueva Jerusalén.
Si bien muchos eruditos bíblicos interpretan el libro como una historia sobre la destrucción de los sistemas políticos corruptos, muchos cristianos evangélicos creen que describe el rapto o arrebatamiento: el regreso de Jesús para salvar a los creyentes durante un periodo de tribulación.
En Keller, Texs, Joshua Johnson, de 46 años, pasa el tiempo leyendo la historia e interpretando sus símbolos, escritos hace casi dos mil años, en términos modernos. Busca el surgimiento de lo que la historia llama “marca de la bestia”, una señal demónica que todas las personas estarán obligadas a llevar.
Se pregunta si Jesús volverá en 2028, 10 años después de que Trump trasladó la embajada de Estados Unidos en Israel a Jerusalé, algo que interpreta como una señal profética. “Le digo a mis hijos, creo que somos esa generación”, comentó Johnson, que particcipa en Gateway Church, una de las iglesias evangélicas más notables del país.
En Estados Unidos, donde el cristianismo es la religión dominante, cerca del 40 por ciento de los adultos estadounidenses creen que Jesús definitiva o probablemente regresará a la tierra antes del 2050, lo que incluye a 1 de cada 5 personas sin afiliación religiosa, según el Centro de Investigaciones Pew.
Algunos cristianos evangélicos están esperanzados por la promesa de que Dios los ha salvado para la eternidad, una sensación de seguridad entre tanta incertidumbre.
“Para mí personalmente es un simple recordatorio de que Dios es soberano”, dijo Mark Lovvorn, de 65 años, quien asiste a la iglesia First Baptist Dallas y es presidente del Providence Bank of Texas. “Independientemente de lo que pase en el mundo tenemos esa certeza”.
Durante siglos, las tradiciones religiosas no solo han ofrecido una manera para que los humanos entiendan los momentos apocalípticos. Con el paso del tiempo, estos momentos de crisis también han moldeado a la religión.
Algunas de las especulaciones apocalípticas más antiguas se encuentran en las escrituras judías, en historias como el libro de Daniel, cuando la época helenística dio paso a los romanos alrededor de los siglos II y I a.C. y las comunidades judías sufrían una violenta persecución. Algunos judíos volvieron a hacer conjeturas sobre el final de los tiempos cuando el ejército romano destruyó el Segundo Templo en Jerusalén en el año 70 d.C.
Mientras los primeros cristianos recurrían a un salvador externo y los romanos continuaban aplastando rebeliones, los líderes judíos se dieron cuenta de que necesitaban sobrevivir en el mundo tal como lo conocían, explicó David Kraemer, bibliotecario jefe y profesor de Talmud y cuestiones rabínicas en el Seminario Teológico Judío, en Nueva York.
Los rabinos desarrollaron un sistema en el que los judíos podían vivir en cualquier lugar, bajo cualquier gobierno y tener vidas significativas conectadas con sus vecinos y con Dios.
“Ese fue el judaísmo que permitió que los judíos sobrevivieran a la persecución, las plagas, los siglos medievales y hasta la modernidad temprana, que fue en varios sentidos los periodos más difíciles”, afirmó Kraemer.
Cada año, la celebración de la Pascua hebrea, la cual comienza la próxima semana y relata las diez plagas del libro del Éxodo, es un recordatorio de la redención de Dios. El Séder de Pésaj “dice que ya hemos pasado por circunstancias difíciles y las superaremos”, afirmó.
En la tradición musulmana, el Corán relata historias de plagas y de un terremoto final que destruirá la tierra, así como historias sobre encontrar a Dios en el mundo creado.
Sin embargo, en el islamismo tradicional hay una distinción entre el fin del mundo y el concepto del apocalipsis, afirmó Amir Hussain, profesor de teología de la Universidad Loyola Marymount en Los Ángeles. El apocalipsis también se refiere a lo que sucede cuando abrimos nuestros ojos.
“Mira la creación, mira los océanos”, dijo Hussain, reflexionando sobre uno de sus pasajes favoritos en el Corán, que trata sobre la misericordia de Dios. “¿Cuánto mejor es tener ese entendimiento durante este tiempo de vida?”.
En el budismo, el tiempo es cíclico, no lineal, lo que hace que el apocalipsis sea tanto un final como un principio. “El apocalipsis sucede, y luego comienza un nuevo orden: un nuevo orden social y moral”, afirmó Vesna Wallace, profesora de budismo de la Universidad de California en Santa Bárbara. “La historia se repite”.
Los relatos apocalípticos en las escrituras budistas comparten temas similares, y por lo general incluyen a un gobernante injusto, desigualdad social, plagas y frutas que no maduran, explicó Wallace, refiriéndose a textos de los siglos V y XI. La hierba se torna en cuchillas e incluso el sentido del gusto desaparece (como uno de los presuntos síntomas del coronavirus).
En la tradición budista, el apocalipsis llega como resultado del karma colectivo —las acciones de todos unos hacia otros y hacia el mundo— lo que significa que el resultado puede variar incluso en la circunstancia actual. “Ahora la gente es más bondadosa hacia los demás y pasan más tiempo con sus familias”, dijo Wallace. “Es como una advertencia para cambiar el rumbo de las acciones, para traer de vuelta la compasión, la empatía, para desarrollar igualdad social”.
La vida estadounidense moderna y secular está llena de sus propias visiones apocalípticas. Las películas y los programas de televisión representan la civilización al borde de la extinción. The Walking Dead explora la vida en medio del apocalipsis zombie. Los juegos del hambre presenta un futuro distópico tras conflictos y desastres ecológicos que han destruido gran parte del mundo.
Una estructura binaria y contrastante —donde la división entre el bien y el mal y el antes y el después es clara—resulta atractiva cuando la sociedad está fracturada, dijo la doctora Hidalgo, la profesora de Williams.
“El apocalipsis es un guion flexible”, dijo. “La sensación de un maligno compartido hacia afuera realmente puede unir a la gente”.
También es un recordatorio de que en varias tradiciones el recuerdo de las crisis pasadas puede ofrecer esperanza: la de saber que los humanos han sobrevivido antes otros momentos como este, y esperanza en que las verdades reveladas se conviertan en un llamado a la acción.
“Los ídolos del país están quedando al descubierto” aseguró Ekemini Uwan, teóloga pública y copresentadora del podcast “Truth’s Table”. “Hay personas promoviendo que lancemos a nuestros abuelos al matadero, que los sacrifiquemos en el altar del capitalismo”, añadió en referencia a los líderes republicanos que han sugerido que los ancianos estadounidenses podrían estar dispuestos a sacrificarse para salvar empleos.
Por demasiado tiempo, Estados Unidos ha estado en “terapia intensiva espiritual”, confiando en su propia invencibilidad, afirmó Uwa
“¿Es el fin del mundo? Quizá sí, quizás no”, afirmó. “Pero debemos estar preparados. Necesitamos aprender a contar nuestros días, porque realmente no sabemos cuándo exhalaremos nuestro último aliento”.