Alianzatex (México), Alejandra Gutiérrez, 9.12.2019

El 4 de diciembre de 1860, el presidente de la República Mexicana, Benito Juárez, proclamó la Ley de Libertad de Cultos, en la cual establece que “las leyes protegen el ejercicio al culto católico y de las demás que se establezcan en el país, siendo un derecho natural del hombre, que no tiene ni debe tener más límites que el derecho al tercero y las exigencias del orden público”; manifestando con ello que no tienen mayor poder sobre acciones que deben realizar las instituciones públicas, dejando clara la división entre el poder de la iglesia y el Estado, hecho que antes estaba combinado.

La Ley de Libertad de Cultos de 1860, también estableció que las iglesias o las sociedades religiosas se forman con habitantes que por voluntad propia hayan querido ser miembros de la organización.

La Ley de Libertad de Cultos de 1860, también estableció que las iglesias o las sociedades religiosas se forman con habitantes que por voluntad propia hayan querido ser miembros de la organización; que son ellas mismas quienes se organizan y designan a sus representantes, remarcando que la “autoridad  de las sociedades religiosas será pura y absolutamente espiritual, sin coacción de ninguna clase”, asimismo indica que las manifestaciones de ideas religiosas de cualquier tipo, gozarán de plena liberta, a menos que afecten el orden público, la paz, la ética y la moral, o la vida privada de cualquier tercero.

La promulgación de tener la libertad de culto, fue una confrontación por parte de Benito Juárez contra el conservadurismo y el poder que ostentaba la iglesia en el país, para poder sentar las bases de un gobierno más independiente sin tener que depender del poder económico y político de cualquier religión; lo cual también significaba una especie de independencia para los ciudadano que, desde el momento de su nacimiento hasta el día de su muerte, estaban sujetos a las normas morales y ‘leyes’ que la iglesia fijaba.

En el año 2014, con cifras del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI), se estimaba que el número de creyentes católicos había disminuido en comparación con las cifras de años pasados; pues la dependencia de gobierno, expresa que desde 1970, la cifra de católicos ha ido disminuyendo año con año, tan antes de culminar el siglo XX, en el país, el 88% era católico, pero para el año 2010, los mexicanos que decían ser católicos eran el 82.9%.

En el año 2010, 8.3 millones de mexicanos formaban parte de alguna religión protestante o evangélica, 2.5 pertenecían a algún otro tipo de religión y 1.5 millones afirmaban ser Testigos de Jehová; a esto se unen los pequeños grupos poblacionales de religiones como el Islam con 3 mil 760 adeptos, judíos con 67 mil 500 personas, creencias de origen asiático con 8 mil 185 personas y espiritualistas con 35 mil adeptos.

A la diversidad de culto, también se agregan el fervor a la Santa Muerte, San Judas Tadeo exclusivamente, además de creencias en magia o espiritistas, y la proliferación de sectas, que se escudan bajo el nombre de organizaciones religiosas para extorsionar o hacer creer a la gente que serán curados de cualquier mal milagrosamente.

La Ley de Libertad de Culto, también respeta a aquellas personas que no creen en ninguna religión, manifestando la encuesta del INEGI del año 2010, que tan solo el 4.6% de la población total, se declara atea.