Público (España), Luís Landeira, 13.10.2017

Mientras ateos y creyentes discuten sobre la existencia o inexistencia de Cristo, hay algunos que van todavía más lejos y aseguran que ellos mismos son la reencarnación del hijo de Dios. Unos tienen cientos de seguidores, otros solo un puñado de discípulos, pero todos luchan por ser considerados el auténtico Mesías.

¿Será, por ventura, alguno de ellos el nuevo Cristo que vuelva a poner las cosas en su sitio? ¿O, por el contrario, son todos una panda de farsantes en busca de sexo, fama y dinero? Me temo que lo segundo. Pero por muy kitsch que nos pueda parecer, esta invasión de impersonators de Cristo ya estaba prevista en la Biblia: “Porque surgirán falsos Cristos y falsos profetas que harán grandes señales para engañar, de ser posible, aún a los elegidos” (Mateo, 24:24).

INRI Cristo

La nueva Jerusalén está en Brasilia. O, al menos, así lo anunció en 2006 Álvaro Inri Cristo Thais, cuya Suprema Ordem Universal da Santíssima Trindade (SOUST) se instaló en la capital federal de Brasil tras hacer estragos en Belem y Curitiba.

Álvaro atendía por “Yuri de Nostradamus” y era vidente, hasta que en el transcurso de un ayuno espiritual Dios le reveló que él era su Hijísimo. Ni corto ni perezoso, Yuri se rebautizó como “Inri Cristo” y a predicar, que son dos días. Aunque tiene bastantes más de 33 años, Inri ha cosechado infinidad de seguidores y, sobre todo, seguidoras, pues la mayor parte de sus fieles son señoritas que podrían ser sus hijas y viven en el recinto de su iglesia, cosa que ha dado pie a todo tipo de habladurías impías y fotomontajes sacrílegos.

Jesús de Kitwe

Hace años unos científicos locos realizaron un estudio en el que concluyeron que Jesucristo era negro. Tal vez tras leer tan estrafalaria noticia, el africano Bupete Chibwe Chishimba se enfundó con una túnica, dijo ser Jesús resucitado y se puso a berrear la Buena Nueva por la ciudad minera de Kitwe, donde vive con su mujer y sus cinco churumbeles.

Bupete o, si quieren, Jesucristo, es taxista, pero en sus ratos libres anuncia el Fin de los Tiempos por calles, plazas y descampados de su terruño. Muchas veces, es expulsado con cajas destempladas de las aldeas por los creyentes, que lo acusan de herejía: y es que hasta en plena África Negra cuesta asimilar que Cristo fuera más moreno que Kunta Kinte.

AJ Miller, el Jesucristo australiano

“Tengo recuerdos muy claros de la crucifixión, pero no fue tan angustioso para mí como lo fue para María, que estaba presente”. Lo dice Alan John Miller, líder de la secta Verdad Divina de Kingaroy, Australia; y la María Magdalena de la que habla no es otra que su socia y barragana Mary Luck.

Este Cristo de las antípodas lleva el pelo corto y no se disfraza con túnicas, pero está convencido de ser Jesús de Nazareth y, por consiguiente, se cree capaz de resucitar a propios y extraños. Cuenta el bendito que, tras ser crucificado, fue al mundo de los espíritus, donde conoció a Platón, Sócrates y hasta a varios Papas muertos. Y lo dice tan convencido, que muchos feligreses lo dejan todo y dilapidan sus ahorros para seguirle, cosa que preocupa sobremanera a las autoridades locales, más por los ahorros que por los feligreses.

Jonás DIOS del Perú

El peruano Ezequiel Ataucusi Gamonal fue el fundador de la Iglesia Israelita del Nuevo Pacto Universal, y decía ser un enviado de Dios para transformar el mundo. Cuando murió, sus numerosos fieles depositaron su cuerpo en una urna y se sentaron a esperar. Al ver que al tercer día no resucitaba, lo enterraron.

Ezequiel Ataucusi dejó, eso sí, un hijo, llamado Ezequiel Jonás, que tuvo la santa ocurrencia de decir que su padre había resucitado en él.  Acto seguido, se autocoronó como Jonás DIOS de Israel (las mayúsculas son suyas) y atrajo a una legión de creyentes que entran en trance durante sus alucinadas ceremonias, donde sermonea al paisanaje acompañado por una banda de AOR.

Vissarion, el Cristo de Siberia

Durante los años ochenta, Sergey Torop no era más que un simple guardia urbano que patrullaba las gélidas pedanías siberianas aburrido como un percebe. Pero cuando cayó la Unión Soviética, tuvo una profunda revelación: él no era un guardia, sino Vissarion, la reencarnación de Jesucristo.

Con la misma, Vissarion se echó al bosque siberiano y fue reclutando discípulos, que hoy se cuentan por miles y viven en las inmediaciones de la residencia de su Cristo, con sus propias casitas y su propia infraestructura. El credo de esta secta viene a ser igual que el de los cristianos “normales”, solo que celebran la Navidad el 14 de enero, pues ese fue el día en que vino al mundo Vissarion, el inefable Cristo de las nieves.

Jesús Moses, el Cristo rapero

Eshowe, Sudáfrica, 1992. Un hombre de color, llamado Moses Hiongwane, recibe un mensaje del Señor en sueños, que le dice que él, en realidad, no es Moses, sino Jesús, Rey de Reyes, Señor de Señores… Y Moses va y se lo cree.

Total, que Moses deja su trabajo en una joyería, se pone un par de guantes blancos y, tras contraer matrimonio con una discípula insultantemente joven, se dedica a vocear el Apocalipsis a lo largo y ancho de Sudáfrica con irregular fortuna: poco más de cuarenta discípulos. Quizá el fallo está en las gafas de sol y la gorra de rapero.

José Luis de Jesús, el Cristo del 666

Según él mismo cuenta, José Luis de Jesús sintió un día que Cristo se fundía con él, dando como resultado un nuevo ser, mezcla de Cristo y Anticristo. Desde entonces fue conocido con los alias de Apóstol, Doctor, Papá, Dios, Papi y, sobre todo, Jesucristo Hombre, y cuenta con un buen número de feligreses en Miami, donde fundó su culto Creciendo en Gracia.

José Luis predicaba la inexistencia del Diablo, del infierno y del pecado, rechazando el código moral católico. Tanto él como sus fieles llevaban un 666 tatuado en el antebrazo. Esto le daba pie para vivir rodeado de lujos, mujeres y alcohol, cosa que lo llevó a la tumba en 2013, por causa de una cirrosis hepática. Su viuda, Lisbet, heredó la secta y la rebautizó como Rey de Salem, afirmando que ahora ella es Jesucristo resucitado y, por eso, debe ser llamada Cristolisbet. ¿Un Cristo-mujer? Que Dios nos coja confesados.