El Mundo (España), Germán González, 6.02.2012

Lo que empezó como una escuela para aprender gospel se convirtió en una cárcel. El Juzgado de Instrucción número 14 de Barcelona ha citado a declarar como imputado al director del Institut de Gospel de Barcelona, Óscar Alberdi, por los supuestos delitos de coacciones, vejaciones, trato degradante y maltrato psicológico.

En diciembre de 2009, 18 personas del núcleo de alumnos más próximo al acusado decidieron presentar una denuncia contra él hartos de sus excesos.

«Si hacíamos algo que no le gustaba nos ponía delante de todo el grupo y animaba a los demás a insultarnos», explica una de las denunciantes que recuerda las humillaciones sufridas durante años, incluso hubo gente que llegó a pegar.

«Te hacía sentir especial y te encargaba responsabilidades: aunque no tuvieses ni idea de música nos ponía a dirigir coros de gente que se apuntaba al instituto y todo debía salir perfecto, sabiendo que habrían represalias», explica otra afectada.

El procesado montó un negocio alrededor del canto del gospel gracias al apoyo incondicional de un grupo de personas. Algunas habían estado más de una década con él y se habían convertido en imprescindibles en todos los aspectos comerciales: pegada de carteles, venta de un número determinado de entradas,  o ir a promocionar actuaciones en grandes eventos. Incluso en conciertos importantes, en las que veían grandes intérpretes, el procesado cobraba entrada a sus propias cantantes, según explican ellas mismas. «Te decía que tú también disfrutabas del espectáculo aunque fuese desde el escenario».

El Institut de Gospel de Barcelona llegó a tener hasta 250 alumnos aunque sólo los grupos más cercanos sufrían esas vejaciones. «Una vez caminamos juntos por un prado a 40 grados al sol que provocó varias insolaciones». Aseguran que recibieron amenazas o coacciones si desobedecían y «sufrías un escarnio ante el grupo». Entre las prácticas denunciadas están los «juegos» a los que sometía a algunas personas, entre ellas menores, como «pagar para que se dieran besos en la boca».

También dicen que las obligaban a ir a misa o a participar en comunidades religiosas. «pese a que no éramos creyentes», con la excusa de conocer la «espiritualidad del gospel». Muchas de esas parroquias tenían contactos con el acusado para permitir ensayos o conciertos. Explican que Alberdi controlaba toda su vida, laboral y personal, y hasta su aspecto físico, por lo que no podían no maquillarse no teñirse el pelo sin sufrir su ira.

La juez Cristina Ferrando, que instruye la causa, ya ha escuchado a un grupo de víctimas y esta semana tomará declaración al resto. Cuenta con varios informes de los Mossos d’Esquadra y forenses que han examinado a las denunciantes. También hay un estudio pericial realizado por el psicólogo Miguel Perlado que ha evaluado a las víctimas. Perlado, presidente de la Asociación Iberoamericana para la Investigación del Abuso Psicológico (AIIAP), explicó que Institut «tenía un funcionamiento más sectario que no como escuela de música» y que algunos afectados han sufrido estas supuestas vejaciones «en l adolescencia, cuando se está formando su personalidad», por lo que han podido resultar más dañados.