El Mundo (España), Javier Oms y María Valero, 9.01.2016

La investigación en torno a la muerte de Caleb, el niño de siete años cuyo cadáver avanzó hacia la descomposición mientras su familia lo velaba en su casa en Gerona, permanecerá en suspense hasta que los forenses encajen la siguiente pieza. El estado en el que se encontraba el cuerpo cuando fue hallado el pasado martes aplazará entre una y dos semanas la respuesta a una de las principales incógnitas: si sus padres le ofrecieron el tratamiento médico necesario para su asma crónico. Esto, según los primeros indicios, pudo provocarle la muerte.

Una de las hipótesis con las que han trabajado los Mossos d’Esquadra desde que se descubriera el cadáver es que los padres habrían limitado a medicinas homeopáticas el tratamiento a Caleb, descartando respuestas médicas más eficientes. Esta tesis nació después de que los agentes que entraron en el dúplex en el que vivía la familia se encontraran con multitud de productos de medicina alternativa. El propio padre admitió ayer ante la juez su rechazo a la medicina tradicional.

Bruce y Schell Hopkins, una pareja originaria de Detroit (EEUU) y que vivía desde hacía medio año en el centro de Gerona, se encuentran en libertad con cargos desde ayer, acusados de forma provisional de homicidio por imprudencia. Gran parte del caso contra ellos dependerá de si la prueba toxicológica detecta en su hijo fármacos o sustancias que lo pusieran en peligro.

La Fiscalía de Gerona reveló ayer que tanto Caleb como su madre recibían tratamientos de salbutamol a través de un inhalador, un fármaco conocido con el nombre de Ventolín y que requiere de receta. El menor también recibía dosis de albuterol a través de mascarilla. Aunque la Policía no ha encontrado todavía el expediente médico, el padre aseguró ante la juez que cuenta con varias recetas escaneadas. El tratamiento se completaba con varios productos alternativos, entre ellos medicinas homeopáticas y chinas, como hierbas o té, según fuentes de la Fiscalía.

La otra prueba sobre la que se sostendría una acusación contra los padres se basa en demostrar si se negaron a llevarlo al médico o a pedir ayuda pese al empeoramiento de salud del niño. Para ello, habrá que esperar al análisis que los Mossos harán de sus teléfonos móviles y ordenadores. La Policía y la Fiscalía buscan alguna prueba escrita donde los padres reconocieran que la salud de Careb empeoraba y donde se negaran a buscar ayuda médica. El fiscal del caso, Enrique Barata, admitió ayer que si ninguna de las dos pruebas -la toxicológica y la informática- dieran resultados, lo más probable es que se pida el archivo del caso.

Entre uno y tres meses velando el cadáver

El principal enigma sigue residiendo en el comportamiento que toda la familia -definida como «profundamente religiosa» por el fiscal- adoptó tras la muerte del más pequeño de los tres hijos. Los relatos de sus cuatro miembros, de los Mossos y la Fiscalía coinciden en describir una suerte de velatorio permanente en torno al cadáver. Comieron y durmieron en la habitación de Caleb entre uno y tres meses, el tiempo entre su muerte y la «reducción esquelética» del cuerpo, según los forenses.

El testimonio del padre ante la Fiscalía y la juez fue especialmente revelador. Bruce Hopkins aseguró haber intentado reanimar a su hijo con masajes cardíacos y maniobras respiratorias. Tras su fallecimiento, sin embargo, toda la familia se limitó a esperar a que el menor acabara recuperándose de su estado, sin percibir el hedor que desprendía. Según la madre y los otros dos hijos, de 14 y 16 años, pensaban que «dormía» y que en cualquier momento se levantaría.

Ingeniero informático de profesión, Hopkins hacía dos meses que había dejado de ir al trabajo. Fue el mismo tiempo que los vecinos hacía que no veían al resto de la familia. El relato con el que trabajan los Mossos apunta hacia la negativa radical a cualquier otra actividad que no fuera acompañar el cuerpo de su hijo. Al entrar en la vivienda, los policías se encontraron con ropa por los suelos y comida acumulada en ollas y platos. Ninguno de los tres niños consta tampoco como escolarizado y, según fuentes conocedoras del caso, los dos hijos adolescentes presentaban esta semana problemas para firmar. Ambos menores siguen a cargo de la Generalitat a la espera de decidir si devuelven la tutela a sus padres.

La opinión de los expertos

Para Vicente Baos, coordinador del Grupo de Utilización de Fármacos de la Sociedad Española de Medicina de Familia y Comunitaria, el riesgo de las terapias sin base científica demostrada, como la homeopatía, es que «provoque no pedir ayuda médica seria antes».

Baos asegura que el perfil cultural medio-alto de los padres coincide con el de muchos de los defensores de este tipo de terapias supuestamente naturales. «Forma todo parte de ese pensamiento mágico y acientífico, que habla de energías, equilibrio de chakras, imposición de manos…», explica.

En este caso podría existir algún tipo de pensamiento religioso que les llevó a convivir durante meses con el cadáver. Esta hipótesis la comparte el doctor Kazuhiro Tajima Pozo, psiquiatra del Hospital Universitario Fundación Alcorcón, que, pese a la falta de datos aún firmes, considera que se trata más de un problema de «una creencia religiosa extravagante» que de un cuadro psicótico compartido por toda la familia. «Todo indica que mantenían una apariencia de normalidad en su vida; de haber existido algún trastorno psicótico, hubiesen llamado la atención de alguna manera, o con algún episodio que hubiese alertado a los vecinos».