Diario de Buenos Aires (Argentina), 25.06.2015
Un sacerdote católico exorcisó a un niño en el patio de una escuela entrerriana frente a sus compañeros al considerarlo poseído por un juego llamado «Charlie Charlie», lo que motivó la intervención de las autoridades educativas ante las implicancias sociales y estigmatizadoras del caso, al punto que un funcionario calificó el hecho como «una animalada de la edad media».
El exorcismo tuvo lugar en la escuela primaria Nº 54 «Tomás Guido» de la ciudad de Crespo, a 35 kilómetros al este de la capital entrerriana, y fue realizado por el cura de la parroquia San José, Juan Frank.
«Con lo que han hecho en Crespo: ¿Donde está la laicidad, la intimidad del chico, las leyes de salud mental?»
Roque Santana, supervisor de escuelas de jóvenes y adultos del departamento de Paraná
El supervisor escolar de escuelas de jóvenes y adultos del departamento Paraná, Roque Santana, calificó al hecho como «una animalada de la edad media» que atenta contra «la laicidad, la intimidad del chico y las leyes de salud mental», en declaraciones a Télam.
«Con lo que han hecho en Crespo: ¿Donde está la laicidad, la intimidad del chico, las leyes de salud mental?», se preguntó el educador al advertir que en el caso debería intervenir el Inadi.
«Me parece una situación gravísima la que ha ocurrido en una escuela del Estado”, agregó Santana al cuestionar el camino elegido para abordar la situación.
El funcionario reconoció que, «según lo que dice el cura, fue convocado por la directora de la escuela para hacer un exorcismo».
«Aquí no se respetó el derecho a la intimidad porque la escuela no tiene potestades para hacer este tipo de cosas», advirtió.
También advirtió que la situación «puede generar algún trauma en sus compañeros y ni qué hablar del niño exorcizado, que de hecho queda estigmatizado y señalado como el endemoniado”.
El cura Frank, que pertenece a la congregación del Verbo Divino, reconoció que el exorcismo se realizó en el patio de la escuela, frente a los docentes y los alumnos, luego de ser convocado por las autoridades de la escuela ante la certeza de que el juego llamado «Charlie Charlie», que se popularizó a través de las redes sociales entre los jóvenes de todo el mundo en los últimos meses, habría afectado a un alumno.
“Hice la oración de liberación y cuando fui a tomar el agua bendita, el chico se levantó, tiró una silla, se fue y empezó a gritar. Y yo le empecé a tirar agua bendita: lo bañé de arriba abajo”
Frank, sacerdote de la congregación del Verbo Divino
Charlie Charlie es un juego surgido en Internet, similar a juego de la copa, que se realiza sobre una cruz dibujada en un papel, sobre la que se colocan dos lápices superpuestos en cada eje de la cruz.
Al preguntar los jugadores Charlie Charlie, «¿estás ahí?” y hacer una pregunta, uno de los lápices supuestamente se mueve hacia la respuesta, afirmativa o negativa, generalmente asustando al jugador.
“La directora de la Escuela 54 me llamó porque tenía un caso muy serio. Un chico que alarmaba a todo el curso. Me encuentro con el chico que estaba en el recreo, arrastrándose por el suelo en cuatro patas. Me miró. Pasó de largo», relató el cura al dar a conocer detalles del procedimiento.
“Hice la oración de liberación y cuando fui a tomar el agua bendita, el chico se levantó, tiró una silla, se fue y empezó a gritar. Y yo le empecé a tirar agua bendita: lo bañé de arriba abajo”, explicó.
Relató que a la escuela fue «armado» para exorcizar demonios y que cuando vio al chico, éste «estaba jugando pero era raro, movedizo. Hice la oración. Le pregunté si sabía rezar, me miró, como atolondrado».
«Entonces yo hice la oración ahí. Llámelo como quiera, oración de liberación o exorcismo», agregó.
El cura Frank es conocido en la zona porque a finales de 2010, en medio de una misa, dijo que un nene de nueve años de la localidad de Boca del Tigre, a siete kilómetros de Crespo, tenía poderes para sanar.
El sacerdote dio a conocer el caso el 8 de diciembre de ese año, el Día de la Virgen, y relató desde el púlpito de la Iglesia San José que el chico recibía apariciones de Jesús y de la Virgen casi a diario.
Según relató, en esas apariciones el chico recibía mensajes que lo disponían a recibir y curar a la gente.
Aquel caso le valió al cura una reprimenda de parte del obispo Juan Alberto Puiggari.