Publimetro (España), 29.06.2014

Ángeles, grafología, revelaciones del tarot, cartomancia, energías positivas, seres de luz, mensajeros de dios o dioses, enviados de otros mundos, magia, velas negras, trabajos de limpia, visualizaciones, esferas de energía, amarres de amor, imanes naturales, regresiones al pasado, constelaciones, chacras, auras, reiki, pajaritos que adivinan ganadores de partidos deportivos, maestros terrenales, esoterismo, gemoterapia, encantamientos, conjuros, cromoterapia, remedios, chamanes, hipnotizadores y más, muchas más, son las creencias, algunas nuevas, muchas de ellas ancestrales, que han retomado fuerza en los últimos tiempos y que los medios masivos de comunicación insisten en introducir en la mente de sus audiencias.

Una religión, sea cual sea, busca en sus fieles procurar actos de reflexión, de toma de conciencia, aspiraciones para convertirse en una mejor persona y deseos de encaminarse hacia estados de espiritualidad. Parece que la gente ha decidido alejarse de su religión para dispersar sus creencias en cosas tan irreales como las mencionadas, alejadas de valor, que no tienen ningún fundamento, —porque ni siquiera se puede argumentar el de la fe o el misterio—, y que sólo embaucan a la gente, haciéndole perder su tiempo y sobre todo, su dinero.

La TV que tiene el monopolio de la señal abierta, llena sus contenidos de magia. Ahora resulta que una joven con sólo ver la letra de una persona, descifra la forma de ser de los demás, describiendo hasta los más íntimos aspectos de la personalidad de alguien. O que una señora, a través de las cartas del tarot, puede predecir si alguien será traicionado, si tendrá salud o un hijo, si se casará, divorciará o enfrentará algún problema legal, y además, conoce si el desenlace será a su favor o en contra.

Otra mujer dice que mandó a hacer sus cartas de manera especial, todas en blanco, sin dibujos, porque según ella, cada una sirve como una pantalla que refleja el futuro que le espera a una persona. Así, agarra un mazo y se suelta hablando una sandez tras otra y tras otra.

Usar no en uno, sino en muchos programas, a mujeres y hombres adivinadores, que se comunican con los ángeles, que ven el aura de los demás, que hablan con seres de luz para interpretar los sucesos que ocurren en el mundo o para predecir desde catástrofes hasta cómo hacen el amor otras personas, es totalmente retrógrado.

Si nos quejábamos de la pésima programación de los canales de televisión o las estaciones de radio, lo que ahora está sucediendo es todavía peor que el pésimo programa que se hubiera transmitido en la historia de la televisión.

Que cada quién crea lo que quiera, cierto, pero esto es basura y deberíamos preguntarnos por qué existe este obvio interés de embrutecer a la gente, por parte de aquellos que crean y deciden estos contenidos en sus programaciones.

Hay que levantar la voz y quejarse para impedir que esto se legitime en el imaginario social como costumbre o ideal, pues todas esas actividades no impulsan el desarrollo creador de la cultura, ni dignifican la inteligencia del ser humano.