La Vanguardia (España), María Rufino, 23.01.2025

En los últimos años, el interés por la espiritualidad ha aumentado de manera significativa, reflejando, quizá, la necesidad de muchas personas de encontrar un sentido más profundo de la vida y de sí mismas. Este creciente interés no está limitado por creencias religiosas, sino que abarca una concepción más amplia de esta dimensión esencial del ser humano.

Aunque cada vez se publican más artículos sobre este tema, resulta difícil definir la espiritualidad de manera única, probablemente debido a su carácter subjetivo. Para algunas personas, está relacionada con el autoconocimiento, mientras que para otras tiene que ver con la conexión con lo divino, con la naturaleza o la búsqueda del propósito vital. Pese a que existen múltiples definiciones, en todas ellas se pueden identificar tres elementos clave: la búsqueda de sentido y propósito, la conexión con uno mismo y con lo que nos rodea, y la trascendencia.

Espiritualidad no es lo mismo que religión

En la mayoría de las tradiciones espirituales, la espiritualidad se concibe como un camino o recorrido en el que, a medida que se avanza, y cuyo rumbo siempre se dirige hacia el interior de cada persona, se experimenta mayor profundidad. Dado que no todos estamos en el mismo tramo del camino ni pertenecemos a la misma cultura, cada persona vive la espiritualidad de manera única.

Mónica Cavallé, filósofa y fundadora de la Asociación Española para la Práctica y el Asesoramiento Filosóficos, explica de manera clara e inspiradora en una entrevista de 2018, en la que aborda la raíz sapiencial de la filosofía, que “el ámbito de la espiritualidad se puede vivir desde niveles de consciencia muy distintos”. En su definición de la espiritualidad, Cavallé la describe como “un viaje que va de la consciencia de separatividad a la consciencia de unidad”. Esta visión refleja el dinamismo y la profundidad del camino espiritual.

Pese a que la espiritualidad se vincula comúnmente con la religión, y para muchas personas es el camino que les permite explorarla y expresarla, no es exclusiva de este ámbito. A diferencia de la religión, la espiritualidad no se limita a un sistema de creencias, no implica un marco estructurado de prácticas ni requiere formar parte de una institución o comunidad. De hecho, hay personas que se consideran espirituales, pero no religiosas.

La importancia de que el trabajo tenga un propósito, más allá del económico

Esta comprensión más amplia de la espiritualidad, centrada en el sentido, la conexión y la trascendencia, es la que desde hace años se contempla en el ámbito de los cuidados paliativos. La Organización Mundial de la Salud (OMS) incluyó en su definición de cuidados paliativos de 2002 la atención explícita al “tratamiento del dolor y otros problemas físicos, psicológicos y espirituales”, destacando la importancia de atender a la persona en su totalidad, es decir, en sus dimensiones física, psicológica, social y espiritual. Abordar las necesidades espirituales que pueden surgir en este contexto contribuye, como señala la literatura científica, a afrontar la enfermedad con mayor bienestar. Percibir que lo vivido tiene un sentido, el valor del legado que se deja o experimentar paz y gratitud son algunas de las manifestaciones de ese bienestar.

Cada vez son más los ámbitos que tienen en cuenta la dimensión espiritual. En el contexto educativo, por ejemplo, se reconoce la importancia de ayudar a los estudiantes a conectar con su interior mediante prácticas espirituales, como la meditación, que fomenta la introspección, la autoconsciencia y cultiva actitudes como la compasión, tanto hacia uno mismo como hacia los demás.

Otro ámbito en el que la dimensión espiritual empieza a ser considerada es en el laboral. En este contexto, se destaca la importancia de que las personas sientan que su trabajo tiene un propósito y un sentido, más allá del salario y del rendimiento, y que esté alineado con sus valores. Se busca crear ambientes que fomenten la conexión tanto con uno mismo como con los demás, ayudando a generar un sentimiento de unión y unidad. Esto puede dar lugar a una mayor motivación, satisfacción, sentimiento de realización personal y, en última instancia, mejor calidad de vida laboral.

Independientemente del ámbito en el que se integre la dimensión espiritual, ya sea como profesional de la salud, educador o líder, primero es necesario explorar y cultivar la propia espiritualidad. Solo de esta manera, será posible conectar genuinamente con la de los demás y acompañarlos, guiarlos o crear espacios que promuevan su exploración.