El País, Juan Arias, 7.12.1978
Podría ser la trama de una película de horror, pero es verdad. Y es una enésima demostración de hasta dónde puede llegar el fanatismo religioso. El drama sucedió en junio en un pueblo de 6.000 habitantes de la provincia de Brescia, en Bedizzole. Cesare Patane, 33 años, y Margherita Scalvini, veintiocho años, hicieron morir de hambre y de sed, de torturas, violencias y, al final, de estrangulamiento a una hija preciosa de cinco años, simpática e inteligente. Se llamaba Desidere (Deseada), porque «la hablamos esperado con tanto amor».
¿Por qué la mataron y maltrataron? «Para que pudiera llegar inmediatamente al estado de absoluta perfección y renacer al mundo de la Fraternidad Cósmica, que es la secta a la que pertenecían el padre, la madre y el tío Mario, que participó también en las torturas de la sobrina y que es quien ha contado esta historia que ayer horrorizó e indignó a todos los italianos. El cadáver de la pequeña Desidere fue hallado por unos niños en el campanario de una iglesia, envuelto en un saco de la basura, con una nota escrita en una papeleta de las quinielas que decía: «Polvo al polvo. Espíritu al espíritu. Haced un acto de caridad. Enterradla vosotros. Se llama Hija de Dios.»
El tío de la víctima está en la cárcel. El padre y la madre huyeron a Suiza donde intentaron el suicidio. La madre murió y el padre está internado en una clínica.
Pertenecían a la secta Fraternidad Cósmica, en cuya creación, además del siciliano Eugenio Siracusa, que es el fundador y que está en la cárcel por violencia carnal, plagio y estafa, parece ser que está mezclado un ex coronel nazi.
Esta secta es una especie de religión naturalista, una ensalada de macrobiótica, vegetarianismo, ayunos de purificación y también ingredientes de misticismo sobrenatural: predican un próximo diluvio universal, la impureza de casi todas las cosas humanas y creen en la reencarnación después de una vida de torturas. Para que la pequeña Desidere resucitase, sus padres y su tío llevaron el cadáver de la niña en procesión durante veinte días a través de los bosques, ayunando casi constantemente y haciendo exorcismos.
Esta tragedia ha puesto de actualidad el grave problema de la multiplicación en Italia de una serie de sectas religiosas de las que se sabe muy poco, pero que actúan impunemente, y de las que se dice siempre que están financiadas desde Estados Unidos.