JUAN ARIAS, El País,  Roma – 26/05/1981

Los afiliados a la logia masónica Propaganda 2 (P-2) son 1.720, y no sólo 962, como ha sido revelado al Parlamento italiano. Los restantes, que permanecen en el anonimato, forman parte de una lista especial de personajes aún más importantes y peligrosos que el maestro venerable Licio Gelli lleva siempre en su cartera personal, y en la que figuran dos cardenales. Así lo ha revelado a EL PAIS el que ha sido llamado por la Prensa italiana «el gran acusador» de la logia P-2. Se trata del ingeniero electrónico Francesco Siniscalchi, fundador y maestro venerable de la logia masónica Henues, número 594, del «Gran Oriente» de Roma.

El ingeniero Siniscalchi fue quien, a través de un expediente supersecreto entregado a siete jueces, hizo estallar el caso que está haciendo temblar hoy al mundo político italiano.El corresponsal de EL PAIS en Roma conversó durante dos horas con el «gran acusador» en su casa del barrio Prati de la capital italiana.

La primera pregunta a quemarropa: «¿Se trata de una pompa de jabón, de un clásico escándalo a la italiana, inflado, o de algo realmente serio y grave?».

La respuesta del maestro es inmediata: «Se trata esta vez de algo muy grave. Todas las cosas más sucias y más oscuras de la vida nacional de estos últimos años pasaban por la P-2. Me atrevería a decir que, en el fondo, es algo más peligroso que el mismo fallido golpe de Tejero en España. Allí se trató de un hecho público, que, si existe voluntad, se puede combatir. Aquí se trata de una conjura secreta, tremendamente ambigua, en la que hasta los magistrados han tenido miedo de intervenir, porque estaban implicados personajes de primera fila».

Siniscalchi explica así la formación de la logia P-2: «La masonería italiana ha sido siempre pública, antifascista y libertaria. Fue clandestina durante el fascismo. Fue secreta o «cubierta», como decimos nosotros, sólo durante las dictaduras, para defender a los «hermanos». Después de la caída del fascismo estuvimos muy atentos para que no se infiltraran los fascistas».

Siniscalchi explica que cuando en las elecciones de 1948 la Democracia Cristiana obtuvo la mayoría, el ser masón se convirtió en algo peligroso. «Estábamos excomulgados por Pío XII, y era difícil obtener un puesto importante o hacer carrera. Nació entonces una logia cubierta para defender a algunos hermanos importantes. En esta logia, que fue la Propaganda 1 (P-1), estaban aquellas personas a las que se les permitía ser masones sin asistir a las reuniones y sin figurar en los registros».

«¿Cómo se llegó a la P-2 y al poder omnipotente del actual maestro Licio Gelli?». «Es una historia larga. Gelli era un personaje de segunda categoría, ambicioso y sin escrúpulos, y que nunca había conseguido hacer carrera ni triunfar en los negocios. Logró infiltrarse como «aprendiz» en 1964, apoyado por dos exponentes del Ministerio de Finanzas en una logia de un anciano maestro: Franco Moroni. No negó que había sido fascista, pero ocultó que había sido un torturador de partisanos y que se gloriaba de haber sido el fascista más joven que había combatido en España a favor de Franco. De repente, sin ceremonia alguna, se le concede a Gelli el tercer grado y se le encarga de hacer una logia cubierta con el nombre de Propaganda 2 (P-2); desde ese momento, el poder de Gelli es enorme y se convierte en intocable. «¿Cuándo aparecen las primeras sospechas contra Gelli?». «En cuanto yo, con otros hermanos, empezamos a descubrir que en la P-2 habían entrado los fascistas, los acusados de golpe de Estado y de graves atentados de extrema derecha. Pedí explicaciones y denuncié públicamente mis dudas. La respuesta fue mi expulsión de la masonería».

Cuando se sintió libre, Siniscalchi empezó a investigar el tema, y el 28 de diciembre de 1976 puso en manos de siete magistrados un expediente secreto que pesaba 2,600 kilos. Uno de esos jueces fue asesinado. En 1979 (25 de noviembre) entregó un segundo expediente a miembros del Parlamento y a algunos periodistas. Eran 67 páginas más 47 documentos. «Dos veces intentaron entrar en mi casa a robarlos», dice. «La clave del poder de Gelli, según demostraban mis documentos, se basaba en una sola cosa: los antiguos servicios secretos (SIFAR) le habían entregado una copia de los miles de expedientes sobre la vida privada de los hombres más importantes del país. Se trata de informes que el Parlamento mandó quemar, pero que quedaron en manos de Gelli. Con este material, en el que figuraban desde Agnelli hasta Andreotti y miembros de la alta jerarquía de la Iglesia, Gelli obtuvo un poder enorme», afirma el maestro. «En su sed de poder, Gelli estaba intentando crear una logia internacional en la que hubieran podido participar incluso jefes de Estado». El juez Occorsio fue asesinado dos días después de haber descubierto en Roma la sede del nuevo organismo masónico, según, Siniscalchi. Cuando le preguntamos qué va a pasar ahora, contesta: «Es todo muy difícil porque los principales militares implicados forman también parte de la OTAN».