El País (España), Miguel Mora, 11.07.2010

El arzobispo Velasio de Paolis, nombrado el jueves por el Papa nuevo superior general de los Legionarios de Cristo, jugó un importante papel en la impunidad vaticana de Marcial Maciel, el fundador del poderoso movimiento mexicano.

Como jurista y experto en Derecho Canónico, De Paolis trabajaba en la Congregación para la Doctrina de la Fe cuando llegaron a Roma, a principios de los años ochenta, las segundas denuncias de sacerdotes que acusaban de pederastia a Maciel. Llamado a resolver, De Paolis firmó la absolución del sacerdote mexicano y, según afirma una fuente vaticana, lo hizo por indicación del secretario del papa Wojtyla, Stanislaw Dzwiwisz.

Aquella segunda absolución -la primera ocurrió en los cincuenta- sirvió a Maciel como aval oficial para seguir cometiendo delitos. Por los diarios de esa época se sabe que aquella segunda oleada de acusaciones fue devuelta al remitente porque carecía de fumus boni iuris, es decir se consideraron meros cotilleos. «Con la distancia de los años, parece extraño que De Paolis absolviera a Maciel, ya que en los archivos vaticanos había pruebas abundantes que le inculpaban», afirma el vaticanista Filippo Di Giacomo.

Reparto de sobres

Ese entusiasmo absolutorio duró medio siglo y atravesó el reinado de cinco papas. La primera condena de Maciel data de mayo de 2006, un año después de la llegada del cardenal alemán Josep Ratzinger al poder. Según ha demostrado el National Catholic Reporter, Ratzinger siempre rechazó los sobres con dinero que Maciel y los suyos repartían entre los jerarcas vaticanos.

En el nombramiento de De Paolis como delegado del Papa ante los Legionarios, además de ser experto en finanzas -es el actual prefecto para Asuntos Económicos, que se limita a aprobar las cuentas vaticanas-, parecen haber pesado más otros factores.

«Su bibliografía como jurista no es de primera fila», afirma Di Giacomo. «Sus títulos más importantes versan sobre los ejercicios espirituales de las monjas. Los dos factores clave del nombramiento son su avanzada edad, 74 años, a tan solo uno de la jubilación, y el hecho de haber formado parte de la cocina donde se coció el envenenado problema Maciel. Es como si el Papa dijera: vosotros lo creasteis, vosotros lo resolvéis», concluye el canonista.