La Nación (Argentina), Luis Esnal , 9.06.2002
El programa Palabra de la Vida transcurría normalmente en uno de los canales de la Iglesia Universal del Reino de Dios. El obispo neopentescotal Sergio von Helder vociferaba una letanía de alusiones a Dios, mezcladas con promesas de recompensas materiales inmediatas para quien adhiriera a los preceptos de la Iglesia Universal. Micrófono en mano, caminó hasta una imagen de la Virgen y preguntó: «¿Será que Dios, el creador del universo, puede ser comparado con un muñeco como éste?» Inmediatamente comenzó a golpear la imagen, gritando: «Esto no es ninguna cosa santa, esto no es Dios ni nada parecido». La TV Globo, que en 1995 ya había comenzado a percibir el crecimiento de las iglesias electrónicas en Brasil, tomó la imagen y la difundió en todos sus noticieros, generando un escándalo nacional.
Desde una de sus residencias en Nueva York, el obispo Edir Macedo, jefe espiritual de la Iglesia Universal se disculpó y retiró del programa al obispo Von Helder. Siete años después del episodio, la Iglesia Universal del Reino de Dios se convirtió en una fuerza tan poderosa que se volvió prácticamente intocable. Macedo, hoy diputado, lidera el llamado «bloque evangelista», con ascendencia sobre más de 50 diputados nacionales y centenas de legisladores estaduales, que votan según los intereses negociados por su fuerza, el Partido Liberal.
En Brasil, la Iglesia Universal logró combinar la conquista del poder político, el poder económico y la ascendencia sobre aproximadamente 35 millones de personas. El gobierno de Fernando Henrique Cardoso, lejos de fiscalizar o contener el avance de la mercantilización de la fe, intentó conquistar el apoyo del grupo. «Para apoyarnos querían muchas cosas, como negociar una deuda complicada con la Receita Federal (la DGI brasileña) -le contó a un medio un ministro que participó de la negociación-. Hicimos las cuentas y el gobierno concluyó que el costo era muy alto.»
Eso no volvió al PL-Iglesia Universal un opositor directo de las acciones de gobierno. Cada ley, cada norma que debe ser votada en el Congreso, el gobierno tuvo que negociar personalmente con Macedo su apoyo. Así, el poder de la Iglesia Universal se fue multiplicando. En Brasil ya son casi 70 emisoras de televisión en todos los Estados, 35 radios, un banco, varios diarios de diversos Estados y casi 3000 templos. Esas negociaciones terminan redundando siempre en beneficios económicos, muchas veces perversos. La mayor conquista que la Iglesia Universal alcanzó hasta ahora es haber apaciguado los debates sobre la explotación de la fe y las miserias ajenas, estigmatizándolos como preconceptos de la Iglesia Católica.
Quien intentó enfrentar ese poder sufrió las consecuencias. Waldeck Ornélas, ex ministro de la Previsión Social (caja de jubilaciones), envió fiscales para ver si las empresas de Macedo estaban cumpliendo la ley, e inmediatamente comenzó a ser fustigado en todos los canales y programas de las redes de televisión del conglomerado Universal. La Rede Record, tercera en audiencia entre los 170 millones de brasileños, es la empresa líder del grupo, a partir de la cual facturan poco más de 1000 millones de dólares al año, más que varias automotrices.
La TV Globo llegó a intentar frenar el avance de los canales religiosos, incluso incentivando el fenómeno del padre Marcelo Rossi, católico con un estilo más cercano a los pentecostales. Hasta el dirigente de izquierda Luiz Inacio «Lula» da Silva se rindió al poder de Macedo, y aún intenta tener como vice en su fórmula al empresario y diputado del Partido Liberal José Alencar. En Río de Janeiro, por ejemplo, los católicos ya dejaron de ser mayoría, en un país que tres décadas atrás era considerado masivamente católico. Nada detiene a la Iglesia Universal del Reino de Dios.