EL PAÍS – Madrid – 08/08/2001

Brigitte Boisselier, una de las tres voces que defendieron ayer la clonación humana, confía más en los extraterrestres que en cualquiera de los cientíificos de renombre mundial que la escucharon en la Academia de Ciencias de Estados Unidos. Esta inconmovible fe, que ha demostrado a lo largo de una década, le ha valido a esta francesa de 44 años, doctora en Química por la Universidad de Dijon, el puesto de obispo de los raelianos. Una secta fundada en 1973 por el corredor de coches y periodista francés Claude Vorilhon después de una experiencia poco habitual: ser abducido por unos extraterrestres, todos clonados y, por lo visto, lo suficientemente persuasivos como para convencerle de que habían creado hace 25.000 años a los humanos gracias a una fina manipulación genética. Tras esta intensa experiencia, Vorilhon se rebautizó como Rael y partió a Montreal (Canadá) a difundir la nueva. El culto lo forman ahora unos pocos acólitos del ex periodista, que idolatran algo que ellos denominan ‘ciencia’ y que defiende la clonación humana como una vía para alcanzar la eternidad.

Con ese fin han creado Clonaid, una empresa que dirige Brigitte Boisselier y que, aparte de la fe, se alimenta de generosas aportaciones externas. Especialmente del dinero que hasta hace pocos días entregaba el abogado y ex parlamentario de Carolina del Norte Mark Hunt y su esposa Tracy. La pareja, hundida tras morir su bebé de 10 meses por un problema cardiaco, quedó hace un año hipnotizada con la promesa de resurrección genética que les ofrecieron los raelianos. En pos de esta quimera, financiaron con 100 millones de pesetas los intentos de Boisselier y su equipo de iluminados para clonar al bebé en el laboratorio secreto de la secta, ubicado en un antiguo instituto de la localidad de Nitro (Virginia). Pero el experimento tenía las horas contadas. La locuacidad de Boisselier, que incluso anunció la intentona en televisión, llevó a Hunt (que ha contado su historia a un periódico local) a sospechar que su dinero estaba siendo utilizado en una operación de propaganda para ganar adeptos. También alertó a las autoridades, que en junio intervinieron y obligaron a la secta a comprometerse a no llevar adelante ningún experimento de clonación humana en el país. Este último golpe decidió a Hunt a abandonar a los raelianos. Su esposa espera ahora un bebé no clonado.