La Nación (Argentina), 26.06.1998

La Justicia dispuso el embargo del templo de la secta Moon en esta Capital, como consecuencia del fallo en favor del periodista Juan Carlos Vattuone, que trabajó como jefe de prensa de esa agrupación -conocida en el mundo por actividades en las que se unen lo religioso y lo político-, quien fue despedido y le entabló juicio.

El edificio sobre el cual recayó la medida dispuesta por el doctor Fernando Villarullo, a cargo del juzgado laboral de sentencia Nº 76, se encuentra en Rincón 342, en el barrio porteño de San Cristóbal, en cuyo frente se lee la inscripción Iglesia de la Unificación.

La denominación corresponde al funcionamiento confesional de la secta, que civilmente utiliza el nombre más ampuloso y de mayor difusión de Asociación del Espíritu Santo para la Unificación del Mundo Cristiano, mientras que su operatoria política se lleva a cabo a través de la llamada Organización Causa Argentina (OCA).

En el templo, instalado a mediados de los 80 en la calle Rincón -en cuyo pulcro interior se observan afiches propagandísticos, con anuncios de reuniones y charlas-, existe además un «internado» para varones (actualmente una treintena), cuyas edades van de los 20 a los 30 años.

En diálogo con La Nación , Vattuone comentó que trabajó para la secta desde 1991 hasta fines de 1992, cuando abruptamente se cortó la relación laboral, «sin que mediara explicación alguna. Me dijeron que cesaba, simplemente, y que no estaban dispuestos a dar ningún resarcimiento económico, por lo que en 1993 decidí iniciar el juicio».

El periodista dice que fue «captado» a raíz de sus programas radiales, de neto corte anticomunista (posición atractiva para los moonies ), los que solía abrir con un slogan que era todo un pronunciamiento: «Del centro a la derecha, todo; del centro a la izquierda, nada».

MANIPULACIÓN DE LOS MEDIOS

Se trataba del hombre ideal, en suma, para los intereses del reverendo Sun Myung Moon, el líder coreano que dio origen a este particular movimiento, y en cuya prédica se juntan en extraña mezcla discepoliana la «salvación celestial» y el bienestar generado por un capitalismo a rajatabla.

Moon purgó hace 20 años una condena en los Estados Unidos por evasión de impuestos, por la que estuvo preso un par de años.

«Creo que la idea era moonizarme , y para eso me hicieron seductoras ofertas, como ponerme al frente de un periódico en Miami, pero yo me negué: mi posición antiizquierdista no llegaba a tanto», conjetura el ex jefe de prensa.

Su trabajo, explica, consistía en tratar de que los medios publicaran notas favorables a la secta, sobre todo en el terreno político, así como evitar su contrapartida, la campaña antimoon que siempre existió en la Argentina, y que alcanzó expresiones más acentuadas que en otros países.

«Cuando empezó a ventilarse el caso, intentaron demostrar no sólo que yo no había trabajado con ellos, sino que además no existían como secta, o sea que no necesitaban un agente de prensa. Pero los testigos que propusieron no se presentaron. Es que hubiera resultado gracioso: si se presentaban probaban precisamente lo que se negaba, es decir, la existencia de la secta.»

La Cámara de Apelaciones falló en su favor en diciembre de 1997, y fijó una compensación de 52.000 pesos.

La secta no pagó y se presentó en recurso de queja ante la Corte Suprema, «una modalidad dilatoria, de la que siempre echan mano», dice Vattuone.

Como la estrategia esgrimida no tiene efectos suspensivos sobre el fallo, el juez Villarullo resolvió el 12 del actual mantener firme la sentencia e intimarlos al pago. Al no concretarse, dispuso el embargo del templo que, eventualmente, podría ir a remate.

Un hecho sin precedente, sin duda, para un lugar de presunta actividad religiosa. Y más aún por su pertenencia a una organización que ha dado pruebas de un significativo poder, tanto en lo económico como en su capacidad para expandirse, siguiendo los dictados del reverendo Moon, quien asegura haber sido ungido como el «nuevo» Jesucristo.

RÉPLICA

Con el acuerdo de ampliar su criterio en una entrevista próxima con La Nación , el estudio Angela Rey y asociados, que patrocina a la entidad demandada, adelantó que recurrirá en queja a la Corte Suprema de la Nación por considerar la sentencia de la Cámara Nacional del Trabajo arbitraria y violatoria de fundamentales principios y derechos constitucionales.