La Vanguardia (España), Jordi Baños, 5.09.2023

La misma bala que mató a Abe Shinzo podría terminar hiriendo a la secta Moon, por la que el ex primer ministro japonés tanto veló en vida, como antes su padre y su abuelo. Bajo presión popular, Tokio investiga desde noviembre posibles irregularidades en sus cuentas –pasando de puntillas por sus conexiones políticas– y amaga incluso con su disolución. Aquel deplorable magnicidio tuvo la virtud de poner el foco en la Iglesia de la Unificación (su nombre formal). El asesino, un hombre de 41 años, acusaba a este culto de haber arruinado a su familia, al despojar a su madre –viuda– del equivalente a 700.000 euros en concepto de “donativos”, hasta perder su casa y precipitar el suicidio de su hermano.

La mitad de los diputados del partido hegemónico reconocen contactos con el culto coreanoEl abuelo materno de Abe, Nobusuke Kishi, criminal de guerra en Manchuria y luego rehabilitado como primer ministro, propició la instalación en el país de esta secta férreamente anticomunista, fundada por el mesías coreano Sun Myung Moon, más conocido como reverendo Moon. Según papeles desclasificados por Washington, el Partido Liberal Demócrata de Abe y la iglesia de Moon tendrían en común haber recibido abundantes fondos para convertir Corea del Sur y Japón en sus baluartes en Asia durante la guerra fría.

De hecho, desde hace setenta años, los japoneses nacen, viven y mueren con el Partido Liberal Democrático al timón del Estado, con apenas dos breves interrupciones. Aunque la condena del asesinato fue unánime, muchos ciudadanos se mostraron en contra del costoso funeral de Estado que, dos meses más tarde –y con la presencia del indio Narendra Modi o la estadounidense Kamala Harris– le brindó su correligionario Fumio Kishida, que ya entonces ocupaba la jefatura de gobierno.

Poco después, el expresidente estadounidense Donald Trump y el exdirector de la CIA Mike Pompeo mandaban a Seúl mensajes de adulación al reverendo Moon, en el décimo aniversario de su muerte.

Una investigación interna del Partido Liberal Demócrata reveló que 179 de sus 379 parlamentarios reconocían “contactos” con la secta Moon. Sin embargo, en Japón, cada nueva revelación aumentaba la indignación popular y ponía en entredicho la continuidad del gobierno derechista de Kishida. Una investigación interna de su Partido Liberal Demócrata reveló que 179 de sus 379 parlamentarios reconocían “contactos” con la secta Moon. Entre ellos estarían el presidente de la Cámara Baja y un hermano de Abe, recolocado tras perder la cartera de Defensa. También una docena larga de diputados de centroizquierda y otros tantos de centroderecha. El desmantelamiento de la secta Moon, a juzgar por la fortaleza de sus padrinos, tiene pocos visos de convertirse en realidad. En todo caso, no iría más allá de Japón y, aun así, podría bastarle con un cambio de nombre para seguir operando. Asimismo, sus bodas colectivas de cientos de adeptos seguirán blanqueando su imagen. Por su parte, el magnicida Tetsuya Yamagami, en atención psiquiátrica, no será juzgado antes del año que viene. Su pistola de fabricación casera terminó con la vida de Abe Shinzo durante un mitin con una sola bala. La segunda.

La paradoja es que dos de los 16 hijos del fallecido reverendo Moon tienen una relación más genuina con las armas. Uno como fabricante de pistolas en EE.UU. y el otro como gurú de una nueva iglesia estadounidense cuyos pastores portan la Biblia en una mano y un fusil de asalto en la otra.