El Espectador (Uruguay), 1.02.2017
La secta Moon llegó a Uruguay en el otoño de 1981 de la mano de Segundo Flores, suegro del dictador Gregorio Alvarez, el general Luis Vicente Queirolo, el entonces ministro de Industria y Energía, Francisco Tourreilles, Julián Safi, que controlaba la mayoría de las inversiones y el torturador Jorge “Charleta” Guldenzoph convertido en el propagandista de la secta.
Moon tenía una muy fuerte presencia en Latinoamérica apoyando la causa del anticomunismo defendida por todas las dictaduras.
Su poder radicaba no sólo en los vínculos políticos, sino en el enorme caudal de dinero que invertía. Según un informe publicado por el semanario Brecha “compraron el hotel Victoria Plaza, el establecimiento La Redención en Melilla, la mayoría accionaria del Banco de Crédito, la impresora Polo (entonces la más moderna del país), editaron el diario Ultimas Noticias, y adquirieron una enorme cantidad de empresas locales a través del holding Nabisco: Frigorífico Ameglio, La Montañesa, Ricard, Famosa, Caramelos Zabala, Fleischman, Pernigotti y Comte”.
Una de sus últimas inversiones fue la fracasada intención de construir un puerto privado en el Cerro a través de Cerro Free Port S.A. que incumplió todos sus contratos, pero era defendida por el abogado Gonzalo Fernández, quién como Secretario de Presidencia promovió un “acuerdo” que le costó 28 millones de dólares al Estado.
Hoy la presencia de la Secta Moon es ínfima, aunque mantienen algunas de sus propiedades.
Pero su participación en el fraude bancario fue revelado por el ex vicepresidente del Banco de Crédito, Elizeu Christiano Netto, en una entrevista realizada a principios del 2005 por Daniel Figares para su programa Ciudad Oculta en Canal 12.
“El Banco de Crédito financió en períodos preelectorales a empresas vinculadas a los partidos Nacional y Colorado, mediante créditos incobrables por un monto de U$S 45 millones”, dijo Christiano Netto.
Según Cristiano “esos créditos nunca fueron devueltos y las autoridades que estaban en el Banco Central en la época maniobraron para que no fueran pagados. Nadie pagó, ni perdió sus bienes, ni fue preso”.
Agregó que “la fusión Banco Pan de Azúcar – Banco de Crédito fue para tapar el escándalo político de la venta del BPA a Benhamou “ y denunció que luego de esa fusión siempre rigieron para el BDC «normas especiales» del Banco Central que lo exceptuaron de cumplir con las normativas de regulación financiera.
“El patrimonio del Banco era de 3,7 millones de dólares y tenía depósitos por 720 millones de dólares. Violaba todas las normas bancocentralistas que exigen que el patrimonio sea un 10 % de los depósitos. Pero igual funcionaba; porque para el BDC había “normas especiales”, dijo el jerarca bancario.
Ningún poder del Estado investigó jamás alguna de estas denuncias.