El Periódico (España), Fidel Masreal, 5.03.2025

El caso de los presuntos abusos sexuales denunciados por fieles de una iglesia evangélica en Terrassa ha puesto al descubierto, de nuevo, los mecanismos de persuasión y de captación de fieles por parte de determinados colectivos bajo la bandera de la religión, con el objetivo de manipular y extorsionar a personas que confían su intimidad y su fe a estos individuos. Miguel Perlado, psicólogo clínico especializado en dinámicas sectarias y abuso espiritual desde hace 30 años, y Álvaro Rodriguez Carballeira, catedrático de Psicología Social y Jurídica, ofrecen las claves para evitar caer en estas redes. De hecho, Perlado recibió años atrás alguna consulta relacionada con el caso de Terrassa.

Una influencia brutal

«Se tiende a pensar que son abusos de arriba abajo, pero pueden venir de todas direcciones: cuando se entra en dinámicas de abuso, tiende a pasar que el sistema se vicia, el mal es sistémico, no puntual. Son comunidades pequeñas, familiares, en las que las líneas pueden quedar difusas», afirma Perlado. «Si a la socialización le añades actividades de ocio e incluso alimentación -explica Carballeira, integrante del Departamento de Psicología social y Psicología Cuantitativa de la UB- entonces se convierte en una entidad con una capacidad de influencia brutal, el mundo se estructura en buenos y malos, que son los pecaminosos, los de fuera».

El pastor, figura clave

«Las personas que representan la congregación son representantes de la divinidad, referentes clarísimos de autoridad, una autoridad absoluta e incuestionable», relata Carballeria. «Gran parte del peso lo tiene el pastor, que ha de velar por el buen funcionamiento de la comunidad. Es una pieza clave. Cuando falla la integridad y la honestidad y se reacciona tarde o se justifica o se hace caso omiso y se mira a otro lado, al final estalla la denuncia», describe Perlado.

El miedo

Perlado: «La doctrina en estos casos se basa en meter miedo y angustia en el cuerpo. No se trata ya de un mensaje religioso sino de una mirada negativa, de una divinidad que puede castigar, que te vigila día y noche, se articula en un contexto de grupo que, lejos de promover la autonomía, fomenta el miedo a hablar». Carballeira: «Una de las grandes estrategias en toda violencia psicológica es la amenaza, en este caso la de quedar fuera del cielo, de los escogidos».

No en vano, en las denuncias del caso de Terrassa existe un elemento importante es la manipulación mental que habían sufrido esas personas. Según la letrada del caso, «les ponían vídeos de personas explicando el horror del infierno, siempre y cuando no siguieran las indicaciones de la iglesia: la manipulación psicológica desde que eran niños les hacía vulnerables a cualquier tipo de abuso, que es lo que acabó pasando”.

Aislamiento

Es una cuestión clave, explica Carballeira: «Cuando aislas a la víctima la estás dejando en una situación de vulnerabilidad, porque no puede compartirlo, por el secretismo. Por eso hay testimonios que arrastras durante años el asedio sin decir nada. El secretismo es condición sine qua non de los abusadores».

¿Cuándo podemos hablar de secta?

«Cuando existe una dinámica estructural de abuso, que implica secretismo, control, monitorización de tu comportamiento diario», explica Perlado. «El punto de corte es el grado de control sobre tu conciencia. En el contexto espiritual este control es más íntimo porque buscan una parte muy personal: cómo te relaciones con Dios. Reinterpretan lo que sientes y se hace palanca, se adentra en tu fuero interno, en tu conciencia, en qué piensas de ti, de tu realidad, de tus relaciones con Dios y te dicen ‘¿Quieres tener a Dios contento? Pues tienes que hacer esto’. Todo es por un bien superior, Dios. La culpa cae sobre la víctima».

Los ingredientes de la manipulación

-Secretismo en el funcionamiento de la entidad
-Culto a la figura del fundador
-División excesiva entre el mundo exterior y la dinámica interna de la organización
-Control casi total de las relaciones, pensamientos y vínculos con la Iglesia
-Ruptura de los lazos o vínculos con el mundo exterior a la organización
-Uso del miedo y de la amenaza

¿Cómo recuperarse?

Carballeira explica que salir es muy difícil «porque tienes que romper con la que era la gente de tu vida y fuera del grupo no tienes prácticamente a nadie». Perlado explica que esa manipulación deja huella porque «afecta a tu capacidad de relacionarte con otras personas, para establecer vínculos de afectividad, de pareja o sexualidad, deja marcas de por vida, como el incesto. Deja marcas de por vida porque ha tocado una identidad nuclear. La persona queda rota».

¿Qué podemos hacer?

Para el catedrático de la UB es determinante «mantener siempre la comunciación con las personas captadas, no romper nunca el vínculo, porque si alguien de dentro se cuestiona salir, debe tener a alguien fuera que lo reciba con los brazos abiertos para que vuelva, y explicitar siempre todos los vínculos y afectos, porque dejarse llevar en este tipo de grupos es siempre una decisión emocional, y también es de forma afectiva que debemos mantener esos vínculos».

Perlado añade que «es clave el acompañamiento, no solo a la víctima, sino a personas con posición de poder, se debe hacer una tarea de sanación, de limpieza. Es un trabajo largo que comporta recuperar la identidad de la persona, la autoestima rota. Los daños colaterales afectan a múltiples capas de la familia».