El periódico (España), German González y Jesus Alabat, 3.03.2025

Las víctimas de abusos sexuales por parte de miembros de la congregación evangélica de Terrassa están dispuestas a llegar hasta el fondo también de posibles irregularidades económicas en la comunidad religiosa, principalmente ligadas a la desaparición de los cientos de miles de euros entregados para la construcción de un templo nuevo en otra parte de la localidad que finalmente no se hizo. El dinero tampoco fue devuelto.

Por eso, las víctimas, asesoradas por el despacho Vosseler Abogados, han pedido al Ayuntamiento de Terrassa el expediente administrativo de 2011 en el que el Consistorio y José García, pastor de la iglesia Samaria, «gestionaron la cesión de los terrenos para construir la nueva iglesia Samaria»

Este templo, que debía ubicarse en un terreno de 7.870 m² en el polígono de Els Bellots II, no se llegó a construir, caducando el expediente municipal de cesión. La iglesia debía tener unos 3.500 m² y los responsables de la congregación pagaron 801.708 euros por disponer del suelo durante 75 años. Ese centro de culto había de sustituir al que tenían hasta 2022, cuando fue cedido a otra iglesia evangélica, ya que presentaba deficiencias urbanísticas.

Los fieles de la Iglesia Samaria que han denunciado abusos sexuales por parte de miembros de la congregación aseguran en el escrito presentado en los juzgados de Terrassa que entregaban como diezmo el 10% de sus ganancias laborales, aunque «en muchos» casos se daban «sumas ingentes de dinero», siempre con la idea de participar activamente en el mantenimiento de la iglesia o la promesa de la construcción de una nueva que, al final, nunca se hizo.

Las víctimas de Samaria también han respondido a la concejal de Afers Religiosos del Ajuntament de Terrassa, Montserrat Caupena, que en TV3 dijo que los abusos sexuales fueron un “hecho puntual”. Afirman que se trata de agresiones «continuadas en el tiempo que se prolongaron durante tres generaciones, afectando a familias completas durante años» y recuerdan que las víctimas son «muy vulnerables que se encontraban totalmente atrapadas psicológicamente en una organización que presuntamente les infundía terror con tan solo pensar en salir. Se trata de una organización de tipo sectario cuya desconexión requiere un proceso terapéutico muy largo, mucho apoyo y, en la mayoría de los casos, medicación».