LA Tercera (Chile), Luis Concha, 4.05.2013
La matanza de Jonestown de 1978, en EE.UU., es uno de los primeros casos que Janja Lalich, académica de Sociología de la Universidad Estatal de California y especialista en cultos, extremismo e influencia coercitiva, asocia al caso de la secta de Colliguay, que asesinó a un niño de dos días y cuyo líder, Ramón Castillo, se suicidó en Perú el miércoles.
Entonces, cerca de 900 seguidores de la secta del Templo del Pueblo, liderada por Jim Jones, se suicidaron a la orden de su líder, luego de que el grupo fuera investigado por tráfico de drogas, armas y fraude, entre otros cargos.
En 2008, al cumplirse los 30 años de la tragedia, Lalich lideró discusiones y mesas redondas sobre las lecciones del caso, que se repitió en otras matanzas, como la de Waco (Texas, EE.UU.) en 1993 o la de la secta Heaven’s Gate en 1997, en California, donde 39 personas se suicidaron esperando un supuesto traslado extraterrestre.
La académica, que leyó con atención las noticias sobre la muerte de Castillo, autodenominado “Antares de la Luz”, en una casa abandonada en Cusco, analiza el fenómeno de las sectas. Para la investigadora, el caso responde a los patrones típicos de este tipo de fenómenos, incidentes de los que explica hay literatura abundante, como el caso de Charles Manson (asesino de Sharon Tate, pareja de Roman Polanski), la Orden del Templo Solar en Canadá (suicidio de 53 personas), y otras organizaciones en Japón y Europa.
Según Lalich, si algo tienen en común estos casos, “es el poder que el líder ejerce sobre los demás. Quizá algunos de ellos comenzaron con buenas intenciones y la situación cambió en el camino, por el poder que adquirieron o por asuntos sicológicos. Por ejemplo, Jim Jones, que era un drogadicto y siempre fue un charlatán, un fraude. Ese es uno de los riesgos de esa clase de grupo”.
¿Es frecuente el suicidio del jefe en estos casos?
Muy inusual. Ellos son los que les dicen a los demás que lo hagan, como Jones y David Koresh en Waco. Esto (la muerte de Castillo) me lleva a pensar que se vio atrapado, sin salida.
¿Qué es una secta y cómo se diferencia de un grupo religioso tradicional?
En una religión, los miembros creen en principios superiores, que pueden venir de Dios, Mahoma, Buda, los árboles, lo que sea. En una secta, los líderes poseen ese poder y lo ejercen sobre sus seguidores. Es una relación carismática. Además, mientras más pequeño, más restrictivo es el culto.
¿Qué características reúne un líder?
Son convincentes, persuasivos, encantadores, pero la clave está en cómo las personas responden a esa personalidad. No funciona para todos. Estos líderes son intuitivos de las necesidades de sus seguidores, son rápidos y controladores.
¿Cómo se entiende que haya gente dispuesta a abandonar sus vidas para seguir a estos grupos?
Es difícil de entenderlo desde fuera. Las personas se convencen de que eso es lo que necesitan y rechazan sus antiguas vidas.
¿Por qué en muchas sectas, como en el caso de “Antares de la Luz”, éstas terminan relacionadas con abusos y crímenes?
Los jefes plantean que todo lo que no está de acuerdo con ellos es malvado, que el resto de la sociedad lo es y, en ese sentido, les pueden decir a sus miembros: “Vamos a robar bancos, a matar gente”. Hay una deshumanización del otro que deja de ser una persona, pierde su voluntad. Estos grupos tienen una filosofía de que el fin justifica los medios, y es el líder quien determina lo bueno y lo malo. Muchas de las acciones del grupo dependen de cuán sano o insano sea el líder y qué problemas sicológicos tenga.
¿Es frecuente el abuso sexual?
Extremadamente, en muchas sectas y muchos tipos de abusos, porque es una forma de ejercer poder. Si se puede controlar la conducta sexual de una persona, se ejerce una de las formas de control más profundas. Muchos de estos líderes, además, sostienen estos encuentros sexuales como parte de su personalidad sicopática.
¿Y los sacrificios?
Lo son más en sectas de tipo religioso o de orden político extremo. Puede suceder, pero es más frecuente en grupos modernos y aquellos cuyos líderes presentan un nivel importante de desorden mental.
¿Cree que las policías están capacitadas para investigar a estos grupos?
Es difícil, porque hay derechos y la gente tiene el derecho de asociarse, libertad de culto, y eso dificulta descubrir cuál es el punto en que estas sectas quebrantan la ley. En EE.UU. no es fácil romper la libertad de culto, los papeles para transformarse en una religión son sencillos y es complicado saber qué sucede luego de eso. También es complicado monitorearlos, sería violentar la privacidad de las personas, a menos que haya conductas ilegales -asesinatos, uso de drogas, armas, evasión de impuestos-. Aun así, es difícil para las policías, tienen que probarlo, tener testigos. Entre los miembros, la gente es temerosa.
¿Cuánto cooperan con una investigación los miembros o ex miembros de una secta? ¿Qué puede esperar la policía en Chile?
Depende de si la gente tuvo un rol en el crimen, si supo o no lo que sucedía, también del tipo de crimen. Conozco un caso de hace unos años donde un líder tenía cerca de 20 esposas, muchos hijos, y ordenó a todas las mujeres ir hacia otros lugares para recolectar dinero. Hizo que sólo una de sus mujeres se quedara y le pidió cuidar a los niños. El mató a uno de ellos, de cuatro años. Cuando se descubrió el cuerpo, la mujer no testificó contra él en el juicio, dijo que no sabía nada. Sólo 20 años después lo incriminó. Muchos de los seguidores siguen creyendo pese a todo. En el caso que comento, pensaban que el niño era el anticristo y es posible que muchos hayan seguido pensándolo por algún tiempo.
¿Cómo se organizan las sectas? ¿Hay una estructura determinada?
La organización depende del tamaño. El líder es la cabeza y, bajo él, hay un círculo de “tenientes” que protegen al líder y le traspasan a la gente lo que está pensando y vicecersa. Otras tienen un nivel medio de administración, que manejan el grupo, les dicen a las personas lo que hay que hacer. En cultos pequeños, como el chileno, está siempre el líder y probablemente uno o dos tenientes de confianza. En otros casos tienen esposas, que participan en la organización y liderazgo.
¿Cómo las sectas reclutan a sus seguidores?
Los líderes no reclutan, eso lo hacen muy al principio. La mayoría de las personas se inicia por un amigo, un familiar, un compañero de trabajo, que los invita a reuniones, conferencias, etc. La gente va usualmente porque no quiere decir que no a su conocido y va siendo preparada paulatinamente para un ingreso. Eso depende mucho de las condiciones en que esa persona esté, su ánimo, su estabilidad, etc. El caso de Chile era una secta pequeña, formada por amigos, familiares. Muchas sectas utilizan ese sistema, porque el reclutamiento a través de esas redes es el más fácil y muchas deciden mantenerse pequeñas, porque es la única forma en la que el líder las puede manejar. Además, eso les permite mantener un perfil bajo, fuera del radar, que nadie sepa qué es lo que está pasando.
¿Hay un perfil de persona que las sectas intenten reclutar?
Depende de su tamaño, de lo que busque. ¿Sumando más gente? ¿Buscando dinero? ¿Creándole un buen nombre? Gente de perfiles diferentes cumple esas funciones. Podrían buscar personas inteligentes, educadas, que los puedan representar. Cuando los grupos se hacen más grandes, tampoco cualquiera puede ser reclutador. En Heaven’s Gate, al comienzo los líderes salieron a buscar y encontraron los primeros seguidores. Entonces comenzaron a enviar gente a la que ya habían reclutado a otros sitios para seguir en centros de estudios, universidades, etc.
¿Cómo definen sus “misiones”?
Cada culto dice que tiene un propósito, una idea que los justifica, y sirve a los líderes para convencer a la gente: económicas, religiosas, políticas, espirituales, de todo tipo. En la sociedad, para las personas es fácil pensar que pertenecen a un grupo con buenas intenciones, con propósitos sociales. Desafortunadamente, muchas van por el mal camino, llegan a ser restrictivos, y alejan a las personas de su independencia económica e intelectual.
¿A qué cree que responde este fenómeno?
En el mundo moderno, la gente está a la búsqueda de algo que lo sostenga. El mundo va muy rápido, muchos cambios, globalización, problemas económicos, personales, familiares, y el reclutado busca un soporte que lo ayude a mantenerse. Muchos se vuelven a la religión, otros buscan un gurú, algo que los ayude a comprender el mundo. Esa es una necesidad básica, no hay nada malo en la gente que lo hace. Si se combina esa necesidad básica con una personalidad carismática y con capacidad de convencer, la mezcla es muy poderosa.
¿Han crecido las sectas en el mundo?
Hay más grupos y más personas dispuestas a integrarlos. Especialmente en EE.UU. hay una influencia del movimiento New Age y más grupos de los que veíamos en el pasado. Otros se han ido moviendo, como la Iglesia de la Unificación (Secta Moon), que ejerció gran influencia aquí hace años y hoy está concentrada en Europa, es un fenómeno social.
¿Cómo identificar o prevenir una relación con este tipo de grupos?
La gente se involucra rápido y es importante investigar. Hoy hay mucha información, se puede chequear, asumirlo como un asunto de consumo, como cuando va a comprar un refrigerador o un automóvil, en que se ven opciones, se pregunta, se analizan pros y contras. En muchos casos se confía en el amigo o la persona que lo acercó al grupo. Hay que consultarlo con gente que lo vea desde fuera.
¿Qué pasa con quienes abandonan una secta o han sido víctimas de abusos en ellas?
La sensación con que los individuos salen de estas experiencias es de mucha culpa y vergüenza, por las cosas en que participó o creyó. Esa sensación genera miedo a que el grupo se vuelva en su contra, de que se hayan mermado las capacidades personales o, incluso, de no volver a obtener un empleo. Los desertores deben reformar sus personalidades, sus capacidades, hacerlo con consejeros que los ayuden a retomar la vida que dejaron. Es importante que sepan que no son las únicas personas en dicha situación. Es básico que vuelvan a ese mundo que les fue arrebatado, desmitificar la ideología, al líder, a todo.
¿Cómo cree que reaccionará el resto de los integrantes de la secta en Chile cuando sepan que su líder se suicidó?
Ellos podrían hablar, compartir la idea del suicidio. Si está muerto, puede rondar la idea de “qué vamos a hacer sin él”. Un asunto importante es que haya buenos consejeros. La dinámica para tratar a la gente que estuvo o está en una secta es iniciar un proceso de deshacer el daño que les ha provocado compartir una experiencia traumática como esa.