Diario Información (España), Pérez Gil,  18.09.2022

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El coronavirus ha transformado muchos aspectos sociales y el mundo de las sectas no ha sido ajeno a esos cambios. La pandemia ha diversificado la naturaleza de estos grupos, ha variado sus métodos de actuación y ha incrementado su número. De hecho, en la provincia de Alicante las estimaciones de los expertos apuntan a la presencia de medio centenar de sectas, veinte más que las que se calculaba en 2010, lo que sitúa a la provincia a la cabeza de España. Muchas de ellas camufladas como ONG o asociaciones legalmente constituidas que persiguen fines totalmente loables.

La provincia concentra una de cada cinco sectas de todo el país pero ahora el principal reclamo para captar adeptos ya no gira esencialmente en torno a las ideas religiosas. Con la crisis sanitaria y económica, la guerra y los nuevos valores sociales el «gancho» se basa ahora en la sanación espiritual, en la cura emocional a través de pseudoterapias, el crecimiento personal, el amor por la naturaleza, el pensamiento mágico, la conjunción con el universo, la vuelta al mundo rural y la salvación de los elegidos ante el inminente apocalipsis. Todo ello instrumentalizado a través de los retiros en el campo, las prácticas en busca de la paz interior, las terapias de depuración, las técnicas de armonía con la naturaleza así como la reconstrucción de aldeas abandonadas para recuperar la vida ancestral. Momentos que el «maestro» utiliza para adoctrinar a sus «discípulos» hasta conseguir su propósito que, en su grado máximo, es el sometimiento mental absoluto hasta alcanzar la obediencia ciega.

Para los gurús ha sido más fácil engañar a sus víctimas aprovechando el aislamiento, la soledad y la angustia de estos dos años de miedo, incertidumbre y restricciones para evitar la proliferación del virus. La pandemia ha propiciado, incluso, una extraña interrelación entre sectas de extrema derecha y de extrema izquierda, conspiracionistas y negacionistas junto a los defensores de la existencia de los platillos volantes y de los encuentros con extraterrestres.

Los líderes utilizan cada vez más las redes sociales para trasmitir sus mensajes. De hecho, las sectas se están digitalizando y los contactos físicos entre sus miembros son mucho más esporádicos y alargados en el tiempo que años atrás. Dominan las últimas tendencias de imagen, marketing y estrategia en busca del impacto visual para atraer a posibles sectarios. Precisamente por eso manipulan las fotografías que difunden por internet para cautivar a los internautas y, con el mismo fin, estudian al detalle los mensajes persuasivos que emiten para moldear conductas y forjar opiniones. Son perfectamente conocedores de que en el siglo XXI la imagen se ha convertido en un mecanismo de poder y control social y cultural. Algo en lo que tienen mucho que ver las nuevas tecnologías.

También está cambiando su composición, organización de poder y localización. La hegemonía se está repartiendo de forma horizontal para que la percepción del riesgo disminuya entre las posibles víctimas. Es, en realidad, una estrategia porque el iluminado sigue dominando al grupo sin ser tan visible su figura para eludir responsabilidades en caso de denuncias. Las sectas tampoco son tan numerosas como lo eran antes. Es más difícil someter a muchas personas y ejercer un control férreo sobre sus movimientos y contactos con los «enemigos» del exterior. Principalmente familiares, amigos y compañeros del trabajo. Son los agujeros en la red que los líderes pueden evitar cuando los colectivos son más reducidos. De ahí que ahora el número de seguidores no supere la veintena. Y respecto a la implantación investigadores como el psicoterapeuta y psicoanalista Miguel Perlado y el psiquiatra y profesor de la Universidad de Cádiz Leonardo Casais, advierten sobre un creciente éxodo de los núcleos urbanos al medio rural. Buscan enclaves recónditos y despoblados donde pasar más fácilmente inadvertidos. Por eso es cada vez más frecuente la práctica de asentarse en pueblos abandonados bajo el pretexto de reconstruirlos para habitarlos.

En este ámbito los Cuerpos y Fuerzas de Seguridad del Estado solo pueden actuar cuando se han interpuesto denuncias o cuando se tiene conocimiento de que se están cometiendo actividades delictivas. Por ejemplo: reteniendo a personas en contra de su voluntad, amenazándolas, coaccionándolas, estafándolas, forzándolas sexualmente o incluso obligándolas a consumir drogas alucinógenas como la Ayahuasca, que suele ser ingerida durante el rito iniciático que marca la transición de un estado a otro en la vida.

Ni la Policía Nacional ni la Guardia Civil disponen de unidades específicas que realicen un seguimiento estrecho de las sectas. Tampoco existe un registro legal de las mismas. De hecho, lo contrario contravendría el ordenamiento jurídico. También en este aspecto los líderes suelen bordear las leyes y demuestran un gran conocimiento de la normativa penal para no incurrir en la comisión de ningún delito. Además, las líneas son muy finas a la hora de poder demostrar el control coercitivo que una persona puede ejercer sobre otra. Solo en la legislación británica existe un tipo penal para juzgar estos casos pero está restringido a relaciones de pareja.

Una vez que se ha ingresado en una secta, en la mayoría de las ocasiones buscando apoyo en un momento de debilidad, la Asociación Iberoamericana para la Investigación del Abuso Psicológico advierte de que comienza entonces el verdadero abuso y la absorción psicológica. Y el proceso, que responde a pautas que se repiten en mayor o menor grado en todas las sectas, termina convirtiéndolos en «esclavos» manipulados para minar su confianza y aumentar su sentimiento de miedo, culpa, sumisión y dependencia emocional. En los momentos iniciales las víctimas creen que controlan el proceso y que se mueven en un ambiente amigable. Sin embargo, con el paso del tiempo aparece un deterioro que altera de forma gradual la percepción que tiene de la realidad y gira por completo sus valores personales y sociales. Todas las personas de su entorno se dan cuenta de su transformación menos la propia víctima, que sucumbe a un método planificado por el gurú para inculcarle el aislamiento, la obediencia y el fundamentalismo.

Para Miguel Perlado, la sociedad se enfrenta a un problema que no se debe obviar ya que, según las últimas estimaciones, afecta al 1% de la población española. Una cifra que corre pareja a la del resto de países de Europa y EE UU. Pero una gran parte de las 250 sectas operativas en España – y es una cifra a la baja- se concentra en la Comunidad Valenciana. «No es un fenómeno muy preocupante aunque tampoco es ínfimo. Pero es necesario que los poderes públicos lo aborden porque tiene un impacto sobre la salud y puede generar un daño en las familias y en la sociedad en su conjunto», apunta Miguel Perlado, coordinador el Grupo de Trabajo en Derivas Sectarias del Colegio Oficial de Psicología. Él sabe muy bien de lo que habla por experiencia propia y porque lleva más de 20 años ayudando a las víctimas a «desprogramarse», orientando a las familias afectadas y evaluando las secuelas psicológicas en el ámbito forense.

Las cifras

250 Sectas operativas en la Comunidad Valenciana. El problema de las sectas afecta al 1% de la población española. Pero gran parte de las 250 sectas operativas en España se concentra en la Comunidad Valenciana.

70% Porcentaje de seguidores que logra salir de las sectas. Entre el 60% y 70% de los seguidores de las sectas logran culminar con éxito la «extracción» del grupo con el apoyo fundamental de los profesionales y familiares.

Los adeptos que logran abandonar el grupo sufren secuelas graves

De las sectas se puede salir. De hecho un porcentaje elevado, entre el 60% y 70% de los seguidores logran culminar con éxito la «extracción» con el apoyo sobre todo de profesionales y familiares. No obstante, lo hacen con secuelas graves. Sufren vacío existencial, confusión mental y sensación de haber sido engañados. Por eso el tratamiento posterior es tan importante. Y respecto al perfil de las víctimas hay varios pero suelen ser personas que atraviesan un momento de crisis personal, familiar, emotiva o económica. Con edades de entre 30 y 40 años, idealistas, con ganas de ayudar a los demás, de cambiar la sociedad, con un curriculum de estudios importante e incluso algunos con carrera universitaria y posgrado. En la provincia de Alicante el caso más reciente de liberación se produjo en 2018 con el rescate de Patricia Aguilar, la joven ilicitana que fue captada por una secta en Perú con la que permaneció año y medio. Patricia envío un mensaje por internet, buscando respuestas esotéricas por la muerte de un ser querido, y recibió la respuesta del líder de la secta satánica Gnosis. Ahí empezó todo.

Miguel Perlado. Experto internacional en sectas

Psicólogo clínico, fundador de la Asociación Iberoamericana sobre Abuso Psicológico, es el mayor experto en sectas y relaciones abusivas en España y Latinoamérica. Interviene regularmente como perito especialista en sectas en los juzgados, es supervisor en el Instituto de Psicología Forense de Barcelona y forma parte del Comité Científico de la Federación Europea de Información sobre Sectas.

Su último libro lleva por título «¡Captados!» y es una completa guía acerca de las sectas donde se desvela lo que son, cómo funcionan y cómo ayudar.

P Con el nivel de información que existe ¿por qué la gente sigue cayendo en las sectas?

R Porque tienen carencias emocionales. Las sectas siempre entran por el corazón de la persona, nunca por su cabeza. No es un problema racional. Con la pandemia muchas personas han quedado «tocadas» y para captarlas las sectas las seducen en los primeros momentos proporcionándoles una falsa sensación de amistad y relevancia donde no falta la adulación y el ofrecimiento de ayuda.

P ¿Y cómo se evita?

R Lo más importante es el fortalecimiento emocional de las personas pero en estos tiempos socialmente convulsos que vivimos, y con la actual crisis de valores, cada vez hay menos.

P ¿Por qué los gurús son capaces de someter a personas cultas y con formación?

R Sufren una perversión narcisista y una locura lúcida que arrastra a las personas y las instrumentaliza. Aunque muchos de ellos apenas tienen estudios poseen una gran capacidad para radiografiar a las personas y captar sus vulnerabilidades, deseos y frustraciones. En una simple conversación pueden localizar los puntos débiles de sus víctimas y ofrecerles soluciones a sus problemas. Consiguen cautivarlos y cuentan con la ayuda incondicional de un grupo reducido de personas, su núcleo de hierro, que le ayudan a conseguir sus espurios propósitos.

P ¿Y qué peligro corren los adeptos?

R El líder exige a sus miembros una convicción, devoción y dedicación que pueden perjudicar, hasta extremos realmente peligrosos, tanto a ellos como a sus allegados y familiares.

P ¿Tan negativa ha sido la pandemia en este ámbito?

R Sí. Ha habido un solo aspecto positivo y es que la falta de contacto físico por el confinamiento ha permitido a algunos adeptos abandonar el grupo.

P ¿Qué diferencia a las sectas de ahora de las de antes?

R Ahora están más conectadas y funcionan como multinacionales de la iluminación que hacen un uso extensivo de actores célebres y de informes favorables emitidos por profesores de renombre.

P ¿Cuál es el papel de las religiones?

R Las religiones no son sectas pero pueden extenderse a través de ellas. Por eso sería conveniente que elaborasen un libro blanco de sus prácticas saludables.