Diario La Rioja (España), Miguel Martínez, 5.03.2022
Los grandes temas de debate generan tantas preguntas (también respuestas) como debates. ¿Cómo se detecta que una persona está entrando en un camino extraño? ¿Cómo se sale? ¿Es el Opus Dei una secta?
De estas cuestiones y otras que hablan del sentido de la vida, de la búsqueda, de la plenitud, del vacío se habló ayer en Logroño en el inicio del VII Encuentro Nacional sobre Sectas organizado por la AIIAP (Asociación Iberoamericana para la Investigación del Abuso Psicológico) y que se celebra en el Colegio de Psicólogos de Logroño.
«El que entra en una secta no lo sabe. No lo percibe. Hay un importante proceso de seducción», explicó en referencia al agudo sentido de la sutileza del captador o captadores de adeptos. A fin de cuentas, las sectas de hoy en día no llevan túnicas. Probablemente las lideran personas agradables, guapas, inteligentes y bien vestidas. «Están adiestradas para tener un radar especial para captar a personas en momentos de fragilidad, pero no siempre es así», agregó Perlado.
Íñigo Rubio hizo un relato histórico de ida y vuelta de toque filosófico desde Platón a la psicología de Jean Piaget, Melanie Klein o Viktor Frankl. El hombre vacía y rellena sus ideales y es producto del momento que le toca vivir. Se pronunció con su propia postura al ser interrogado: «La vida es un proceso de construcción y deconstrucción. Es una búsqueda más que un destino», señaló.
Las jornadas tendrán continuidad este sábado desde las 9.30 horas con la intervención del diputado socialista Juan Cuatrecasas, que también es presidente de la asociación Infancia Robada; la doctora Isabelle Sebin; el penalista José Manuel Moratalla y la psicóloga Lucía Díez de la Riva antes de poner el broche final a este encuentro a las 13.45 horas.
Y con respecto a si el Opus Dei es una secta, más que el empleo de esta palabra «reduccionista», se habló de «grupos sectarios con comportamientos institucionalizados, que están bajo la lupa por sus excesos».
El recuerdo de una pionera como Pilar Salarrullana
La recordada Pilar Salarrullana y su lucha contra las sectas marcó su nombre al del frentismo y denuncia de los nefastos usos y abusos de determinados grupos a la hora, básicamente, de alienar a las personas, restarles su capacidad de discriminación y apoderarse de sus vidas para controlarlas al antojo de falsos gurús o grupos destructivos. El asunto trajo al primer nivel de la denuncia a estructruas sociales más o menos imbricadas en la sociedad y que Salarrullana desenmascaró en muchas ocasiones sin demasiado apoyo social. Su trabajo como senadora y diputada por La Rioja en los 80 del siglo pasado y concejal de la ciudad de Logroño en los 90 le brindó, eso sí, una atalaya mediática a la hora de denunciar a las sectas. Escribió varios libros sobre esta temática y también analizó el tema en varias tribunas de opinión en Diario LA RIOJA.