Diari de Tarragona (España), Raúl Cosano, 12.09.2023

«Puede parecer una película, pero yo sentí que perdí a mis hijos, no eran ellos, estaban poseídos. Les dicen que se olviden de su familia, y que ahora tienen una nueva, que es la Familia del Alma. Ha sido el peor momento de mi vida, hemos llorado mucho», explica Silvia (nombre ficticio), madre de dos hijos que, con 23 y 21 años, cayeron en las redes de una secta.

Ahora están saliendo de ella, pero con cautela, ya que todo está muy reciente. «Están mejor, pero todavía tienen pesadillas», explica Silvia. Ha podido recuperar a sus hijos y, de paso, desmantelar a la cúpula de la organización.

Junto con su marido, esta pareja de un municipio de la provincia presentó la denuncia en la Guardia Civil de Tarragona que acabó en verano con la desarticulación del clan liderado por la ‘maestra’ y su marido, un grupo que ofrecía terapias con rituales chamánicos, con consumo de drogas que anulaban la voluntad de las víctimas. El centro de operaciones, donde se hacían los retiros, era un chalet en Pobla Tornesa (Castellón).

Entre los agraviados, numerosos tarraconenses, dos de ellos estos hermanos, jovencísimos, que encajan en el perfil. «Cualquier persona débil en un momento bajo puede caer. Como padres no sentimos culpabilidad, le puede pasar a cualquiera. Cogen a personas muy jóvenes, que se están formando y en momentos bajos, y los destrozan», explica la madre.

La Guardia Civil indica que «el objetivo prioritario eran jóvenes en situación de vulnerabilidad emocional y en búsqueda de soluciones a sus problemas, con edades de captación alrededor de 20 años y con bajo estado anímico».

Todo empieza con sendas rupturas de pareja. Sergi (nombre ficticio) tenía 23 años y vivía con una chica. Lo dejaron y lo pasó muy mal. Le recomendaron una terapeuta. «Empezó a ir y comenzó con un cambio muy drástico. Nos dijo que se iba de casa y que no quería que le ayudáramos en nada. Nosotros pensamos que ya estaba bien que rehiciera su vida», cuenta Silvia, la madre.

El caso está en fase de instrucción judicial

Siguieron más cambios y más rarezas en su actitud. «No nos cogía el teléfono, pasó de visitarnos una vez a la semana a hacerlo una vez al mes», explica ella. Poco después, a Laura (nombre ficticio), la otra hija, le sucedió algo similar. Vivía en pareja, se terminó la relación y comenzó a acudir a la misma terapeuta. «A razón de esa riña, la que era su pareja vino a vernos a casa y nos dijo que no sabía qué estaba pasando pero que creía que estaban en una secta, que había visto cosas raras en casa. Nos dijo: ‘Hay unos retiros en Castellón que no me gustan nada’», cuenta la madre. Empezó a atar cabos y a moverse por su cuenta, casi como una madre coraje. «Me puse en contacto con la que era la pareja de mi hijo, que la había dejado», explica ella, que ya se dio cuenta de lo que había detrás.

«Algo tenía que hacer»

La incluyeron en un grupo de WhatsApp con afectados que se habían reagrupado pero que nunca había llegado a denunciar. Ella cogió las riendas, primero por sus hijos y luego para intentar ayudar a todas esas víctimas. «Yo me puse muy nerviosa, pero vi que algo tenía que hacer. Estas personas tenían mucho miedo de denunciar, no querían», indica ella.

Silvia relata una espiral: «Allí tú ibas con un problema y te buscaban otro, siempre te faltaba algo para mejorar. Y eran prácticamente unos niños». La denuncia de estos padres tarraconenses y el aval de ese grupo de perjudicados que habían conseguido salir activó la investigación y arrojó luz al caso.

La Guardia Civil describe unas prácticas de «rituales chamánicos con consumo de drogas, mezcal y sustancias alucinógenas para posteriormente practicar desnudos colectivos o talleres relacionados con los chakras y terapias sexuales».

El cuerpo de policía añade que «a veces estos actos se realizaban en contra de la voluntad de las víctimas tras anular su voluntad» y llega a aludir incluso a que «se habrían producido presuntamente varios abusos sexuales».

La denuncia, de finales de 2022, aceleró los acontecimientos. Hubo declaraciones ante la Guardia Civil y con el runrún de esos movimientos aumentó la presión sobre los dos hijos. «Al principio, cuando se enteran de que denunciamos, mi hijo nos dice que le dejemos en paz, que es su vida. Por entonces estaba muy enfadado, y muy delgado, con muy mala cara. Aquello les estaba afectando la salud. Se adelgazan mucho porque te pautan también la comida. Las terapias te dejan agotado».

Más de 7.000 euros

A Sergi, además, le convencieron para que se apuntara a un máster impartido por uno de los profesores. «Te decían que estabas muy mal y que tenías que reforzarlo con ellos. Mi hijo se ha podido dejar más de 7.000 euros en todo ello», explica la madre.

En total, Sergi estuvo tres años y medio y Laura alrededor de uno. «Hay chicos que llevaban ocho o incluso nueve años». Todavía hoy, unos meses después de la caída la trama, sufren las consecuencias. «Mi hija lo lleva mejor. Ahora me llama cada día. Mi hijo sufre más. Tienen falta de sueño, pesadillas, se encuentran acelerados, sufren ansiedad. Padecen lapsus, son conscientes de que han estado en una secta. Hay algunos que salen muy tocados porque sienten que han estado manipulados. Sufres cuando ves que la realidad es otra cosa». Silvia lamenta que «estén destrozando a chavales muy jóvenes, que se están formando todavía». La denuncia de estos padres ha servido para destapar la trama. Según la madre, la secta sigue operando: «Hay gente que sigue yendo, porque no lo ven». Otros agradecen su intervención salvadora: «Algunos chicos que habían estado dentro nos han agradecido que lo hayamos destapado. Ahora quiero que se haga justicia».

Después de la labor policial, el caso está ahora en fase de instrucción judicial, mientras las víctimas intentan volver a la normalidad. La intervención, en la llamada operación Avicena, se tradujo en la detención de tres personas como líderes de esta secta, por los presuntos delitos de asociación ilícita, intrusismo laboral, contra la salud pública, agresión sexual y revelación de secretos, entre otros. Los agentes califican la trama de «secta destructiva del tipo conocido como secta psicoterapéutica que se ocultaba como un grupo de psicoterapia convencional».

Su líder se había denominado a sí misma como maestra y afirmaba tener la verdad absoluta. Se presentaba ante sus supuestos clientes y seguidores como la única persona que podía ayudarles a solucionar sus problemas.

La caída de La Familia del Alma se enmarca en la lucha contra estas tramas de entidades como RedUNE, Red de Prevención Sectaria y del Abuso de Debilidad. Su presidente, Juantxo Domínguez, apunta que «dar ese paso adelante y denunciar marca el camino a seguir y si la gente no quiere hacerlo en primera persona nosotros somos valedores de ese testimonio».

Para Domínguez, todo esto es la punta del iceberg: «La gente no tiene idea del alcance de este tipo de prácticas paralelas a la psicología y al esoterismo. Con las redes sociales hay una eclosión brutal. Por eso dar un paso y denunciar ayuda a mucha gente. No es algo privado sino que hace que muchas personas puedan salir adelante».