La Nación (Argentina), 26.11.2024
LuLaRoe, una empresa de marketing multinivel fundada en 2013, atrajo a cientos de mujeres, especialmente madres primerizas, con la promesa de generar
ingresos sin tener que dejar sus hogares.
Lo que inicialmente parecía una oportunidad ideal terminó siendo una estafa que dejó a muchas personas con deudas insostenibles. La compañía, que alcanzó su punto más alto al facturar 1.8 billones de dólares en ventas de indumentaria, enfrentó una serie de denuncias por prácticas engañosas.
¿De qué se trataba el modelo?
El negocio de LuLaRoe se basaba en la venta de ropa a través de minoristas independientes que debían realizar una inversión inicial significativa.
Para muchas de las vendedoras, la promesa era clara: trabajar a tiempo parcial y obtener ingresos de tiempo completo. “Yo era mamá de dos chicos chiquitos y recibía asistencia social por bajos ingresos. Quería poder ir al supermercado y pasar mi tarjeta de crédito sin tener que preocuparme de que la rechazaran. LuLaRoe me dijo que podía ganar un ingreso a tiempo completo trabajando a tiempo parcial”, relató Jill Drehmer, una exconsultora de la marca, en la docuserie ‘LuLaRich’.
En su auge, la empresa logró facturar 1.8 billones de dólares en ventas de indumentaria, apoyándose en tendencias sociales como el aumento de los videos en vivo en Facebook y el discurso empoderador dirigido a las mujeres.
Sin embargo, detrás de esta fachada exitosa, el negocio dependía de un esquema piramidal en el que los primeros en ingresar obtenían ganancias significativas, mientras que quienes se unían más tarde enfrentaban dificultades insuperables para recuperar su inversión.
El alto costo de la ‘oportunidad’
Para unirse a LuLaRoe, las revendedoras debían invertir entre 5.000 y 10.000 dólares, una cantidad que muchos no podían pagar fácilmente. Según testimonios, Mark y DeAnne Stidham animaban a las interesadas a endeudarse utilizando varias tarjetas de crédito, e incluso, en casos extremos, a vender leche materna para reunir el dinero necesario.
La presión no solo era financiera; la empresa también exigía que las vendedoras representaran un ideal físico promovido por sus fundadores. En eventos de la compañía, las animaban a someterse a cirugías y a vestir exclusivamente la ropa de la marca, mientras citaban pasajes del Libro del Mormón, reflejando la influencia de las creencias religiosas de los Stidham.
Además, las revendedoras eran presionadas para convencer a sus esposos de abandonar sus trabajos e involucrarse en la empresa, promoviendo una imagen de familia tradicional que contrastaba con el discurso inicial de empoderamiento femenino.
La caída de LuLaRoe
Con el tiempo, la calidad de los productos comenzó a deteriorarse. Las revendedoras denunciaron que recibían prendas dañadas y con hongos, lo que afectó gravemente su capacidad de venta. Mientras tanto, los fundadores organizaban eventos extravagantes con celebridades como Katy Perry y Kelly Clarkson, minimizando las crecientes quejas de sus distribuidoras.
En 2019, el estado de Washington presentó una denuncia contra LuLaRoe por prácticas engañosas. Según la demanda, la empresa “hizo declaraciones falsas injustas y engañosas sobre la rentabilidad de ser un minorista independiente”. En 2021, la compañía aceptó pagar 4.75 millones de dólares para resolver el caso, aunque esto no marcó su fin.
Pese al escándalo, la marca sigue operando y reclutando nuevos vendedores. Mark y DeAnne Stidham han defendido su accionar y argumentaron en la docuserie ‘LuLaRich’, lanzada en Prime Video, que su intención siempre fue empoderar a las mujeres. Sin embargo, para quienes quedaron endeudadas y sin respaldo, la historia cuenta otra realidad: la promesa de éxito fue, en muchos casos, un camino directo al desastre.