Las Provincias, Borja Valcarce, 29.04.2012

Han pasado poco más de dos años desde que el Juzgado de Instrucción número 7 de Las Palmas de Gran Canaria dio comienzo a la investigación de una denuncia por abusos sexuales en una escuela de artes marciales. Nadie podía imaginar que aquel día comenzaba a descubrirse la existencia de uno de los peores casos de corrupción de menores conocidos en España en el que se identificaron hasta 61 posibles víctimas. A falta de cuatro días para que comience el juicio que supone el principio del fin, el llamado caso Kárate ha alcanzado una magnitud descomunal.

La Audiencia Provincial de Las Palmas culmina estos días los preparativos para una vista oral que ya es conocida a nivel nacional como el macrojuicio del Kárate. Los datos son apabullantes: 38 presuntas víctimas de abusos sexuales continuados -cuatro aún menores edad-, 150 testigos, 12 peritos, cuatro acusados y una petición de cárcel que supera los 647 años. Los supuestos integrantes de la secta del Kárate se sientan esta semana (jueves 3 de mayo a partir de las nueve de la mañana) ante el Tribunal que la juzgará hasta el próximo mes de diciembre en 43 sesiones matinales que terminarán a las tres de la tarde.

La Sección Sexta de la Audiencia Provincial, encabezada por su presidente, Emilio Moya, y los magistrados, Salvador Alba y Carlos Vielba, fue la designada para juzgar al maestro de artes marciales calificado por la Fiscalía como «depredador sexual», Fernando Torres Baena; a su pareja, María José González Peña; a la instructora de kárate Ivonne González Peña; y al monitor Juan Luis Benítez Cárdenes. Todos ellos están acusados por la presunta comisión de 78 delitos de abusos sexuales continuados y 21 de corrupción de menores en los días en que enseñaban kárate a sus alumnos en la Escuela Torres Baena.

Una red de captación

Las descripciones de las escenas de supuestos abusos sexuales que se vivían en el marco de la práctica del kárate son estremecedoras. El fiscal del caso, Pedro Gimeno, en su escrito de conclusiones provisionales, explica que los cuatro acusados formaban «una auténtica red de captación -cual tela de araña- de menores dedicados al mundo del kárate» que eran reclutados en los centros deportivos en los que González Peña, González Herrera y Benítez Cárdenes impartían clases y eran derivados hacia la Escuela Torres Baena, donde eran supuestamente manipulados hasta que su voluntad se quebraba, su moral se torcía y se prestaban a mantener relaciones sexuales con los acusados y con el resto de sus compañeros.

El fiscal destaca en su escrito de conclusiones provisionales que Torres Baena «solía incidir en la edad, por cuanto sus víctimas eran más fácilmente maleables a cortas edades y mucho más fácil de vencer cualquier tipo de resistencia emocional por su parte, al plantear sus deseos sexuales como métodos de educación y mejora deportiva, en una suerte de transmutación de los valores morales que en materia de afectividad y sexualidad son comunes en la inmensa mayoría de nuestros conciudadanos».

De hecho, las declaraciones de las víctimas, cuyo comienzo está previsto para el 11 de junio, prometen ser tan duras que el Tribunal ha puesto a disposición de ellas dos psicólogos que puedan atenderlas en caso de que lo requieran.

Inicio poco prometedor

La primera jornada del juicio, el próximo jueves, se espera poco prometedora. Ese día, la secretaria judicial dará lectura a los escritos del Ministerio Público, las dos acusaciones particulares, con una mayoritaria en la que el letrado José María Palomino representa a 25 de las 38 víctimas, y el de las cuatro defensas. Será también el momento para debatir las cuestiones previas al juicio, entre las que figura decidir si el plenario será público o a puerta cerrada.

Tras casi dos semanas que la Sala ha reservado entremedias para deliberar sobre las peticiones realizadas por las partes, el 15 de mayo Torres Baena se levantará para responder a sus acusadores sobre los supuestos abusos sexuales a los que sometió a decenas de menores, ya que, según creen acreditado los investigadores, la secta del Kárate que él habría creado se remonta a los años 80.

De las orgías a la historia del complot

El chalé en el que Fernando Torres Baena vivía con su pareja María José González Peña en la playa de Vargas era el lugar donde supuestamente se desplegaba la depravación de la secta del Kárate. Allí, bajo el pretexto de concentraciones deportivas se dieron «en los últimos 15 años auténticas orgías sexuales donde los menores no sólo se debían prestar a cualquier tipo de actividad sexual con Fernando Torres Baena y» con los que «en los últimos años han sido sus lugartenientes, María José e Ivonne González, sino que eran inducidos a mantener las mismas prácticas con cualesquiera otros de los alumnos menores asistentes, sin distinción de edad, sexo o número de participantes», explica el fiscal en su escrito de conclusiones provisionales.

La versión de la acusación choca frontalmente con la ejercida por la defensa de Fernando Torres Baena. El expresidente de la Federación de Kárate de Gran Canaria y exdirector de I+D de la Federación Española asegura que todo ha sido un complot orquestado contra él por un gimnasio rival, el Hihaku-Sempai, que fue creado por antiguos monitores suyos, víctimas en la actualidad, que tuvieron un problema con él por una supuesta reducción de plantilla en la Asociación Deportiva Canarias 81, la entidad que gestionaba la Escuela Torres Baena.

La defensa, para tratar de demostrar la tesis de que todo es una farsa, se apoya también en un vídeo que fue colgado en la red Vimeo titulado Las chicas buenas del kárate, en las que se puede ver a varias víctimas manteniendo relaciones de forma consentida, como las denunciadas como abusos, durante una fiesta en la que también se consumen drogas y alcohol.