Público (España), Santiago Reviejo, 14.01.2024
La detención en un municipio de Cáceres de una «secta destructiva» que trataba la homosexualidad como una enfermedad curable ha reavivado el escándalo de las llamadas terapias de conversión, denunciadas por organizaciones del movimiento LGTBI+. Aunque son muchos los casos aireados en España, hasta ahora sólo dos han sido objeto de una investigación judicial.
La Asociación española contra las terapias de conversión, No es terapia, se ha personado como acusación particular en este último caso judicializado, el de una secta dirigida por una pareja que supuestamente obligaba a las víctimas a mantener relaciones sexuales con la líder del grupo, las manipulaba, les suministraba drogas y aislaba socialmente con el fin de revertir su homosexualidad.
A juicio de la asociación, esas prácticas constituyen un delito de odiocontra la comunidad LGTBI+ que no ha sido contemplado en las diligencias policiales, que sí imputan a los detenidos otros muchos delitos: contra la salud pública, la libertad sexual, los derechos de los trabajadores, lesiones, intrusismo profesional, coacciones, blanqueo de capitales y asociación ilícita.
El psicólogo especialista en sectas Miguel Perlado, que ha atendido a cerca de una decena de víctimas de la pareja detenida en Cáceres, ha asegurado a Público que es la primera vez que se encuentra con una organización de este tipo, que trata la homosexualidad como una enfermedad y hace supuestas terapias para revertir la sexualidad de sus víctimas.
Nunca antes, después de haber participado como perito forense en una treintena de procedimientos judiciales en los que se investigaba la actividad de sectas en España, había visto nada parecido.
Algunas de las víctimas fueron las que, según Perlado, denunciaron las prácticas de un matrimonio que llevaba veinte años con su actividad en la entidad llamada Aquí y ahora, entre Madrid y un municipio de la comarca de La Vera, en la provincia de Cáceres.
Familias enteras, padres e hijos, de clase media y media alta, fueron objeto durante años de lo que el Cuerpo Nacional de Policía califica como una «secta destructiva», que ha amasado miles de euros, sin declarar, a cuenta de sus supuestas terapias.
En la nota de prensa que emitió la Policía el pasado 23 de diciembre para informar de la captura del matrimonio, intervención donde participaron también funcionarios de Vigilancia Aduanera de la Agencia Tributaria, se detalla que los detenidos, líderes de una «secta destructiva» y al amparo de la titulación en psicología de uno de ellos, realizaban «distintas pseudopsicoterapias» sin disponer de autorización administrativa ni habilitación sanitaria para ello.
«Los detenidos mantenían un discurso de odio respecto a la homosexualidad y alegaban que se trataba de una enfermedad que se podía revertir. Su curación consistía en la abstinencia y en mantener relaciones sexuales obligadas con la líder del grupo. Por su parte, el psicólogo detenido avalaba estos fundamentos y consentía las relaciones sexuales con su mujer», destaca la Policía en su nota.
Según las diligencias policiales, la secta llegó a aglutinar al mismo tiempo a más de 50 personas como pacientes, a quienes aislaban de su entorno familiar, social y profesional, instándoles a dedicarse a las funciones que les fueran ordenadas dentro del grupo y a seguir sus directrices.
El control sobre las víctimas era tal que, de acuerdo con la investigación policial, no tenían capacidad de discernir en qué lugar debían residir, qué estudios cursar y quién debía ser su pareja. «Los detenidos utilizaban técnicas de manipulación coercitiva con las que lograban sucumbir la voluntad de los adeptos», quienes, en muchos casos, abandonaban los tratamientos médicos convencionales poniendo en riesgo su salud, subraya la Policía.
Este periódico ha intentado contactar con la entidad Aquí y ahora, por vía telefónica y correo electrónico, a fin de conocer su versión de lo sucedido, pero no ha obtenido ninguna respuesta.
Miguel Perlado está tratando a casi una decena de las víctimas de una organización de la que ya escribió un largo artículo hace dos años en su blog EducaSectas. A su consulta llegaron hace unos tres años personas que habían ido abandonando de forma paulatina las supuestas terapias a las que estuvieron sometidas, en algunos casos, durante varios lustros.
«Las secuelas son graves. Están deshechos, con traumas y temorespor lo que han pasado y por lo que va a pasar a raíz de la investigación policial, por si se conocerá su identidad. Prácticamente todos son unidades familiares al completo, padres e hijos. Los involucraban a todos para que no hubiese divisiones entre ellos. Y también se han roto familias, en las que unos miembros se han salido y otros siguen dentro», asegura Perlado.
Las terapias de conversión de la homosexualidad las enfocaban como «un problema a corregir», dice este psicólogo y psicoterapeuta especialista en el abordaje de las sectas.
«Les decían cosas», explica «como que tu madre te ha convertido en lo que eres por una violación que sufriste de pequeño. Y les hablaban de la energía sexual negativa, sucia, que había que limpiar. Lo de la homosexualidad no era un objetivo inicial, sino que aparecía en el transcurso de sus tratamientos y es cuando te decían que tenían que sanar tu homosexualidad».
Para esas supuestas terapias de conversión, la pareja que dirigía la organización obligaba a sus pacientes a mantener relaciones sexuales con la líder: «La mujer les decía que a ella no le daba placer eso, que lo hacía únicamente para sanarles», afirma Perlado.
Y también administraban su vida sexual en el exterior, decidían con quién debían mantener relaciones, cuántas veces y de qué forma. Había un control absoluto: «Les llamaban cada dos por tres para saber qué estaban haciendo, porque decían que habían notado una energía sexual negativa. Una absoluta paranoia», sostiene este psicólogo.
Toda esa labor no era, evidentemente, gratuita, recalca el especialista que ha tratado a las víctimas. Los clientes que han estado entre 15 y 20 años asistiendo a las terapias de esta organización han podido llegar a pagar varios cientos de miles de euros, porque la actividad era diaria, de lunes a domingo, por teléfono o presencial. Cuando la Policía detuvo al matrimonio, intervino más de 100.000 euros en efectivo en el registro de sus propiedades.
Saúl Castro, presidente de No es terapia, asociación española contra las terapias de conversión, considera que este caso es claramente constitutivo de un delito de odio tipificado en el artículo 510 del Código Penal, en este caso contra la comunidad LGTBI.
Eso supondría un aumento de las penas, ya que se sumarían a las previstas para los otros delitos que la Policía les ha imputado a los detenidos y que investiga el Juzgado número 1 de Navalmoral de la Mata.
«Esas terapias de conversión constituyen una humillación y un desprecio absoluto para las personas homosexuales», subraya a este periódico Castro. «Nosotros pedimos que en España se tipifique como delito en sí mismo este tipo de terapias, como se hace en Francia, Alemania, Australia y otros muchos países», precisa.
Las terapias de conversión son, a juicio de la asociación, todas aquellas prácticas dirigidas a modificar o anular la orientación sexual, la identidad o la expresión de género de una persona con el objetivo de que viva una vida cis-heterosexual o de que no tenga relaciones con personas de su mismo género.
A su entender, este tipo de prácticas generan un impacto negativo sobre la salud física y mental de quienes las padecen, y la ONU las ha calificado como «humillantes, degradantes y discriminatorias».
Según Castro, el caso de la secta detenida en Cáceres es el segundo de terapias de conversión que se investiga judicialmente en España. El primero fue el que empezó a instruir en abril de 2023 el Juzgado de Instrucción número 6 de Madrid, tras una querella presentada por la fiscalía provincial contra la coach Elena Lorenzo, que ofrecía a través de su página web un tratamiento para curar un supuesto trastorno de orden compulsivo homosexual.
En el libro Ni enfermos ni pecadores, publicado en 2022, Castro detalla las actividades de la supuesta terapeuta Elena Lorenzo, contra la que su asociación presentó una denuncia que fue el origen de la querella de la fiscalía y de la posterior instrucción judicial.
«Elena Lorenzo Rego es uno de los nombres más destacados y que resuenan más en el ideario público cuando se habla de terapias de conversión en España. Desde 2014 hasta la actualidad, esta mujer se ha servido de múltiples páginas web, así como de publicaciones en medios de comunicación y entrevistas online, para promocionar como invento revolucionario lo que denominacoaching de identidad», explica el responsable de No es terapia.
La Comunidad de Madrid abrió en 2020 un expediente sancionador a esta supuesta terapeuta por su curso de conversión a la heterosexualidad, pero lo archivó a finales de 2022 porque consideró que se había creado una indefensión a la expedientada al haber permitido la personación en el procedimiento de la asociación No es terapia.
Aunque hasta el momento sólo dos se han investigado judicialmente, Castro ha documentado en su libro hasta 80 casos de diferentes terapias de conversión de la homosexualidad en España, perpetrados en diferentes ámbitos: por profesionales de la psiquiatría y pseudoterapeutas con ideología religiosa, organizaciones ultraconservadoras vinculadas a la religión católica y agrupaciones transexcluyentes.
El presidente de No es terapia destaca, entre otros, el caso del Centro de Orientación Familiar Regina Familiae, vinculado a la diócesis de Alcalá de Henares, en Madrid, que trabajaba con distintas denominaciones, entre ellas Es posible la Esperanza y Es posible el Cambio.
«Bajo distintas formas y vías han atendido a cientos de jóvenes en España, principalmente en Madrid, Cantabria y València, parra ayudarles a superar su Atracción hacia el Mismo Sexo (AMS) no deseada, recuperar su masculinidad y, en caso de ser imposible, vivir en castidad y abstinencia permanente», refiere Castro en su libro.
En él precisa además que la presencia y visibilidad de este grupo fue en progresivo descenso desde 2015. Ello fue debido, añade, al temor de sus miembros a ser investigados por la aplicación de las leyes de protección de los derechos LGTBI+ que se fueron aprobando en distintas comunidades autónomas.
La Comunidad de Madrid, gobernada por el PP y con Isabel Díaz Ayuso como presidenta, también archivó la denuncia contra estas terapias de conversión en 2022, al entender que las pruebas aportadas podían vulnerar el derecho a la intimidad de la supuesta terapeuta que se encargaba de los tratamientos.
A juicio de Castro, no hay un perfil único de promotor y perpetrador de este tipo de prácticas, de modo que el espectro varía ampliamente en función del territorio. A nivel internacional, según datos de la LGBT Foundation, en el 45,8% de los casos los responsables son profesionales médicos y de salud mental, en el 14% autoridades religiosas y en el 6,9% padres y madres.
De acuerdo con ese mismo informe internacional, tan solo una de cada cuatro víctimas afirma haber consentido voluntariamente a que les hagan las denominadas terapias de conversión, un 21,9% dice que sufrieron presión familiar para hacerlas, un 11% lo hizo por imposición de su comunidad, sus líderes religiosos o círculos cercanos, y un 9% por recomendación de un profesional de la salud.
Castro apunta que desde 2016 la «práctica generalizada e impune de las mal llamadas terapias de conversión se ha convertido en uno de los principales temas de preocupación y denuncia dentro del activismo LGTBI+ español».
«Sin embargo», añade, «a nivel político y legal todavía estamos muy lejos de que exista un consenso sobre qué son, en qué consisten y cómo deberían atajarse desde un prisma normativo y sociopolítico».
Lo cierto es que con una simple búsqueda en internet se encuentran casos sintomáticos de supuestas conversiones de la sexualidad, como el que aparece en el portal religioso Camino Católico. En él se refiere como ejemplo a seguir la experiencia de un hombre, autor de un libro titulado Homosexual convertido, que «abandonó su vida homosexual de 30 años y dejó su adicción a la pornografía» tras encontrar a Cristo.