El Mundo (España), David Vigario, 28.01.2024
Periodista de formación, pronto se hizo terapeuta y fundó junto a su marido, ambos detenidos, la Escuela Aquí y Ahora. Sus seguidores eran de clase media-alta, con estudios, que pagaban hasta 2.000 euros al mes por recibir talleres ‘sexuales’ en una finca de La Vera. Trece víctimas han presentado ya denuncia.
«El mal ha venido a detenernos». Con esta expresión se dirigió Itziar Torrecilla Gorbea (60 años) -la gurú de la secta destructiva que operaba desde hacía 20 años en Valverde de la Vera (Cáceres)- a los agentes que irrumpieron en el interior su finca denominada Las Cuacas. La cogieron completamente desprevenida. No se lo esperaba, pero se lo tomó con frialdad. Era sábado -16 de diciembre- y a lo largo de la mañana tenían previsto incorporarse los adeptos que ese fin de semana iban realizar varios talleres de terapias psicológicas en la Escuela Aquí y Ahora, que impartía desde 1998 junto a su marido, el otro componente de la trama, José Carlos Alvero Reina, psicólogo, que siempre ha estado dominado psicológicamente por su mujer. Ambos fueron detenidos dentro de la Operación Absit -llevada a cabo por la Policía Nacional y la Agencia Tributaria- tras un exhaustivo registro de la finca, de algo más de dos hectáreas, ubicada a tres kilómetros del pueblo y adquirida a través de una sociedad. Nadie conocía a la pareja porque jamás se han relacionado con los vecinos.
Que hubiera sexo, drogas, manipulación psicológica, transgresiones severas, coacciones o estafas económicas no chocó en un primer momento a los investigadores. Desde la irrupción de la pandemia y el confinamiento han proliferado este tipo de sectas por todo el país, pero lo realmente impactante de ésta, como reconoce a EL MUNDO el sargento de la Policía que ha liderado el caso, es la actuación abusiva contra menores (hijos de los matrimonios que iban a las terapias a los que se les suministraba marihuana o se les hacía ver en grupo, delante de sus padres, películas eróticas). Pero, sobre todo, ha existido un factor hasta ahora inédito: convencían a los adeptos homosexuales que se podían curar siguiendo dos métodos: la abstinencia y las terapias heterosexualizantes. Para ello, era obligatorio, aunque se negaran, mantener relaciones sexuales con la propia líder de la secta, que tenía el consentimiento de su marido. La investigación cree que en algunos casos también participó la hermana de aquella, aunque todavía no tiene claro si el familiar directo de la gurú era víctima o verdugo porque abandonó la secta hace ya algún tiempo. Hasta 13 víctimas han prestado ya declaración policial, aunque tras producirse las detenciones se espera que se multiplique el número.
La voz de alarma les llegó a los agentes a través de un correo electrónico en la primera semana de marzo, donde el novio de un hombre que había estado en los cursos le contó de forma minuciosa el calvario que había sufrido durante años. La líder mantenía un discurso «firme» de odio con respecto a la homosexualidad. La gurú transmitía que se producía «porque los hombres han sido seducidos por su madre y, al no tener sexo con ella debido al tabú del incesto, entonces enfocan la energía sexual hacia los hombres».
En el caso de la homosexualidad femenina, la causa radica en que las mujeres estuvieron escuchando en el hogar de forma constante las críticas de sus respectivas madres hacia los hombres. Quien lo cuenta es Miguel Perlado, psicólogo y psicoterapeuta, uno de los mayores especialistas del país en relaciones sectarias y que representa a casi una decena de pacientes de esta escuela que acudieron a él desde diciembre de 2020. Ha escuchado los testimonios de antiguos pacientes que consiguieron salirse, no sin dificultades, de la secta. Perlado ha realizado denuncias públicas sobre el funcionamiento de la escuela desde hace años, como en 2022 en su blog EducasSectas.
Según la experiencia de antiguos adeptos, los talleres sexuales son una doctrina fundamental dentro de la escuela. «La energía sexual es sagrada y lo crea todo». La terapeuta establecía unas relaciones en la que ella era la que dominaba, estimulando las relaciones sexuales entre algunos integrantes o incluso proponiendo la masturbación delante de ella. Con respecto a las parejas estables, los matrimonios eran monitorizados hasta en lo más íntimo de su vida sexual y se llegaron a promover separaciones, como instándoles a dormir en camas separadas e incluso en distintas casas. Los terapeutas también seleccionaban la pareja adecuada para cada joven del grupo. Se contó el caso de una adolescente que fue presionada para emparentarse con un hombre del grupo casi 20 años mayor. Por supuesto, las relaciones sexuales deberían siempre realizarse sin preservativos ni otros medios de protección. También eran antivacunas.
En los talleres sexuales, impartidos en grupo, se llegó a escenificar una violación sobre una mujer, estando presente su pareja, pero fue justificada porque se trataba de una «catarsis curativa». A todos, incluidos menores, se les suministraba al comienzo de las sesiones marihuana, que cultivaban en la propia finca. En el registro policial también se encontró MDMA (derivado de la anfetamina) así como ayahuasca y peyote (psicoactivos).
Itziar es licenciada en Ciencias de la Información, con un arraigado perfil de líder y dominadora, y se autodefinía como terapeuta psico-corporal con formación en Bioenergética, Gestalt y Dinámica de grupos, profesora de Chi-Kung, formación en masaje, yoga, ejercicios y movimientos de integración energética.
«Ella llega a pedir una obediencia ciega y sin cuestionamiento alguno hacia su persona, argumentando que los grandes maestros exigen obediencia incondicional a sus discípulos, puesto que esa es la única forma de alcanzar estos estados de desarrollo personal», comenta este experto. «Acostumbra a decir que era una maestra de maestros y opina, corrige o cuestiona abiertamente al Papa, al Dalai Lama y a maestros sufíes actuales u otros espirituales». De hecho, la Policía también la acusa también de presionar a las madres embarazadas para que ella siempre estuviera presente en los partos de sus seguidores, «ejerciendo el papel de matrona». Clara defensora de la medicina natural, las conminaba a no acudir al hospital y tener el parto o bien en casa o en los locales de la secta. De hecho, muchos menores se han criado en la escuela con ella e incluso han terminado por romper cualquier tipo de relaciones con aquellos padres que abandonaban la secta.
En los momentos más álgidos, la finca cacereña llegó a aglutinar, según fuentes de la investigación, hasta 50 adeptos por sesión, aunque también recibían tratamiento en Madrid, en un local en la calle Manuel Muiño Arroyo. Todos ellos -de clase media alta, con nivel de estudios y económicos superiores- quedaban aislados de su entorno familiar, social y profesional. Llegaban a abonar entre 1.500 y 2.000 euros mensuales por pertenecer a la secta, con unas sesiones que oscilaban entre los 200 y los 500 euros. Los pagos se efectuaban en negro. La Agencia Tributaria aún investiga el montante total del fraude, que podría acercarse a los dos millones de euros. Tras las detenciones, el Juzgado nº1 de Navalmoral de la Mata ha puesto en libertad con cargos al matrimonio… que ha regresado a la finca para «desentrañar el mal».