El País, 22.11.1978

Jim Jones, el jefe de la secta El Templo del Pueblo, había ensayado ya en otra ocasión el suicidio colectivo de sus fanáticos seguidores, según ha contado Dorothy Layton Blakey, una antigua míembro de la mencionada secta.El rito de Jim Jones fue idéntico al que ha costado ahora la vida a unas cuatrocientas personas en Jonestown, el poblado de Guyana, donde se desarrollaba la vida de la secta. El reverendo Jones decidía cada semana la celebración de una noche blanca, durante la cual las sirenas despertaban a todos los habitantes del poblado. El jefe de la secta explicaba entonces que la vida de todos estaba en peligro. Jim Jones hablaba de mercenarios enviados por la Agencia Central de Inteligencia norteamericana (CIA) que se hallaban dispuestos para torturarlos y matarlos. En una de esas noches blancas, se produjo el macabro ensayo general de lo que ahora ha sido una tragedia: todos los fieles de Jones recibieron un frasco que, según él, contenía un líquido capaz de matarles en 45 minutos. El supuesto veneno fue ingerido. Al cubrirse el tiempo previsto para que ocurriera el suicidio colectivo, los fieles de Jim. Jones mostraron su extrañeza de seguir vivos.

Jim Jones los tranquilizó posteriormente: «No era veneno.». Según el fundador de la secta los había sometido simplemente a lo que él llamó «una prueba de lealtad».