El Mañana (México), 13.05.2012
Ignacio González de Arriba, es de nacionalidad española y dirige una agrupación bautizada como “Defensores de Cristo”.
A sus seguidores les promete enseñarles cómo lograr éxito en la vida, realizar milagros, curar enfermedades y alejar el dolor.
Aseguran varias personas que lo han denunciado, que ahora este sujeto opera en Nuevo Laredo, pero en esta frontera aún no hay denuncias contra él.
Junto con el venezolano José Losanger Arenas Segovia y el boliviano Guillermo Rodrigo Bell, formaron centros de Bioprogramación en varias ciudades de Coahuila y Tamaulipas.
Ahí se ofrecían cursos para enseñar técnicas que permitieran “evitar el dolor físico, mejorar la autoestima, las relaciones familiares, desarrollar habilidades de comunicación”, informaron notas de periódicos locales en donde se publicitaba el centro dirigido por Ignacio González.
Olivia Castillo, una de las afectadas, pagó 2 mil 500 pesos por el primer curso. “Desafortunadamente, me gustó lo que escuché”, dice esta mujer que continúo pagando y asistiendo a más diplomados del centro.
En los cursos de bioprogramación es donde se eligen a las personas que después forman parte de “Defensores de Cristo”.
Olivia recuerda que a los “elegidos”, a los “puros de corazón”, se les promete enseñarles los preceptos para el “doctorado en metafísica teológica”.
Algunos de estos preceptos son el conocer cómo hacer viajes astrales, cómo curar el cáncer, cómo usar “la energía piramidal para hacer milagros”, cómo utilizar la hipnosis, cómo hacer exorcismos, cómo evangelizar por internet, cómo “aliviar” a los familiares de un fallecido, cómo “hacer el milagro de la prosperidad y bendición de negocios”.
Olivia se enteró que Ignacio tiene dos esposas: una ciudadana brasileña y una mexicana. Que su grupo cercano y quienes forman parte de Defensores de Cristo son alrededor de 20 personas, algunos de ellos son llamados apóstoles.
Que al ser parte de la agrupación debía tener relaciones sexuales con los apóstoles y las esposas de ellos. Que, al ser parte del grupo “selecto”, tenía que buscar mujeres para que tuvieran sexo con Ignacio González, porque “para ellos el sexo era obtener energía, ganar vida y llevar magia para el maestro”.
Cuando cuenta su historia, Olivia reconoce que es difícil creer que una persona esté dispuesta a quedarse sin dinero, a vender un riñón —como asegura que lo hizo uno de los seguidores—, a olvidarse de su familia y de ella misma por un hombre que se presenta como líder, como el maestro o el gurú.
“La verdad no te das cuenta de lo que haces. Es tanto el daño sicológico, el control que logran en ti que te vas sometiendo”.
En noviembre de 2010 se enteró que Ignacio González y sus seguidores se mudaron a Nuevo Laredo, donde también ofrecen cursos y se publicitan diciendo que la Universidad de Bioprogramación y de que su método ha logrado cambiar la vida de 20 mil personas en 25 países.