El Mundo, 29.06.2010
Los portavoces de la Asociación de Víctimas de Antonio Javier Plazas, el supuesto ‘gurú’ de Granada al que acusan de mantener «esclavizados» a sus seguidores y explotarlos económica, laboral y sexualmente, han comparecido por primera vez ante los medios para «tender la mano» a quienes siguen formando parte del grupo religioso que, bajo el nombre de Swami Shankatilakananda, aquél dirige en la localidad granadina de Armilla.
Cuatro de un grupo de más de 20 personas «y que sigue creciendo»: Ramiro, familiar de un adepto; David, seguidor del ‘gurú’ durante más de 14 años; Carlos, alumno durante dos, y José Miguel, psicólogo de la asociación y experto en grupos sectarios. Según explicaron, el nacimiento del grupo se lleva gestando «desde hace más de 20 años», tantos como lleva ejerciendo como ‘gurú’ el granadino Plazas, y que el célebre blog abierto en internet para denunciar sus prácticas fue el germen del mismo.
Quisieron aclarar, una vez más, que no hay en sus acusacionespersecución religiosa alguna, como han declarado desde la Comunidad Védica de Granada, y que cuando desde ésta se han referido a ellos como gente expulsada de la misma por su conducta, no es sino «la táctica de siempre de Plazas, cuando te vas, dice que te echa él».
«Nuestras acusaciones no van contra la gente que está ahora mismo dentro del grupo ni ninguno de sus seguidores, entendemos que son víctimas», declaran. «Apuntamos únicamente a él, que ni siquiera ha sido capaz de dar la cara», en referencia a que fue la vicepresidenta de la comunidad, y no él, quien dio la rueda de prensa ofrecida por la comunidad en respuesta a las denuncias. En la asociación, aclaran, «hay miembros hinduistas. No es persecución religiosa».
Desde que el caso saltó a los medios, tras un reportaje en televisióny una denuncia de los padres de una de las seguidoras a través del Defensor del Ciudadano de Granada, las especulaciones no se detienen. RedUNE, la Asociación para la Prevención de la Manipulación Sectaria, ya calificó al grupo como secta, anunciando estos que se querellarían. «No ha sido así, es una táctica para tratar de meter miedo», sostienen.
Lo mismo en cuanto al blog, supuestamente presentado ante el juzgado de instrucción por los abogados de la comunidad: «Si estamos denunciados, ninguno ha sido citado todavía». También se dice que Plazas ha podido salir del país «para un retiro de meditación». Los ex adeptos y familiares no lo saben, «pero ya se encargarán los tribunales de aclararlo».
En estos momentos hay dos vías judiciales abiertas. Una, la que el Defensor del Ciudadano de Granada, Melchor Saiz Pardo, presentó ante la Fiscalía Superior de Andalucía. Otra, llevada por otro grupo de familiares antes la Fiscalía Provincial de Granada, con pruebas de los supuestos delitos que podrían ser investigados de oficio, y de la que ya hay abiertas diligencias. No descartan una tercera presentada por la Asociación en bloque. «Las víctimas que se han salido tienen derecho a presentar sus testimonios, que son terribles», declaran.
David, el ex adepto que durante 14 años, desde los 18, formó parte de su comunidad, explicó parte de su experiencia. «Yo daba clases de Vyayam, que es una técnica de meditación que él tiene registrada pero no es más que una mezcla de algunos movimientos de tai chi con otros de yoga y algo de danza. Para poder seguir dando clase, tenía que hacer unos cursos de reciclaje que me costaban mil euros… y los impartía yo. Cuando salí por fin, no tenía vida personal y encima le debía 5.000 euros. Y mi deuda era de las pequeñas».
El supuesto ‘gurú ‘ tampoco consiente «las relaciones de pareja. Cuando se crea alguna, la destruye, porque si dos personas tienen más intimidad entre ellos que con él, quizás les de por pensar y se aparten».
El psicólogo José Miguel Cuevas, explica que el supuesto ‘gurú’ usaría técnicas de la llamada «persuasión coercitiva». Los líderes de este tipo de grupos «son individuos muy narcisistas y al mismo tiempo conpersonalidad antisocial. No consienten otra lealtad que no sea a ellos y saben pulsar las teclas de la gente a base de castigos y premios, para derribarles la autoestima». Una práctica común, denunciada por familiares de adeptos, «es la privación de comida y sueño, con la excusa del ayuno y la meditación».