Uno (Argentina), Facundo García, 25.08.2024

Cuando el mundo parece disgregarse, las personas buscan refugio en alguna clase de estructura. Puede ser una identidad política rígida, la ortodoxia de una religión o los rituales de cualquiera de las organizaciones esotéricas que existen en Argentina. Entre estas últimas, saltó al primer plano recientemente la de los Caballeros Americanos del Fuego (CAFH), una entidad que tiene sede en Mendoza y que en el pasado reclutó a figuras influyentes de la provincia.

En realidad, la mayoría de los mendocinos ni siquiera había oído hablar del CAFH hasta que el 10 de agosto el asesinato de Eduardo Bertón (82) -ex integrante de la cofradía- catapultó el tema a las portadas de los diarios. Con el condimento adicional de que entre los tres detenidos por el crimen está Claudia Córdoba, ex candidata a la intendencia de Maipú.

¿Quiénes son los Caballeros? ¿Qué hicieron en el pasado? Las preguntas se multiplican y a poco de indagar aparece una serie de referencias medievales que añaden más intriga.

Hay un viejo código de comportamiento y un orden jerárquico que incluye a escuderos, pajes, damas, damitas, doncellas; «mensajes de plenilunio» y un supuesto Gran Maestre protegido por votos de silencio.

«El lazo establecido entre la Madre y los Hijos es tan particular que excluye toda conversación a su respecto con personas extrañas», reza una de las máximas atribuidas al fundador del movimiento. Quizás por eso recabar datos tiene sus dificultades, al igual que descubrir lo que significa la «H» en la sigla CAFH.

El fundador y los años de expansión

Santiago Bovisio nació en Bérgamo (Italia) el 29 de septiembre de 1903. «Quienes lo conocieron -se lee en un sitio dedicado a este autor- afirmaban que tenía acceso voluntario a todas las dimensiones suprafísicas, poderes que sólo un puñado de hombres vivientes poseían».

Se formó en Venecia, en una de las tantas sociedades secretas que pululaban por la Europa de aquella época; y para 1926 -a los 22 años- estaba en Argentina. Pasó por diversos grupos místicos -se dice que fue amigo del pintor Xul Solar-, hasta que el 3 de marzo del ’37 fundó CAFH, agrupación que más tarde confirmaría sus estrictas normas internas, abriría algunos colegios en las provincias y tendría al propio Bovisio como primer Gran Maestre.

Esta suerte de apostolado sufrió un cimbronazo cuando en 1962 el auto en el que viajaba Bovisio chocó de frente contra un colectivo cerca de Río Cuarto y el místico pasó a otro plano; incidente que los no iniciados resumieron en la frase «se murió».

La sucesión quedó en manos de Jorge Waxemberg (período 1963-2005), quien consolidó la expansión en diversas sedes: fueron los años de mayor auge en el interior del país.

Según algunos críticos, desde entonces la organización se fragmentó en diferentes facciones: aquellos que operan abiertamente dentro del marco legal y otros que prefieren mantener un perfil muy discreto, lo que aumenta el misterio que rodea al grupo y dificulta el trazado de una secuencia unificada de eventos.

Las «décadas de oro»

El tipo suena desconfiado al otro lado de la línea. Le pide a este periodista no hablar por teléfono. «Esto tampoco se puede conversar por WhatsApp», agrega. Y tras coordinar un encuentro personal, corta.

De modo que este diálogo se produce en un bar céntrico, a media mañana del jueves. Alrededor los parroquianos desayunan, hacen negocios o leen el diario, ajenos a la historia que se desenrolla de a poco en la mesa del fondo.

«No me nombres en tu nota, ¿eh? Yo estudié en el Instituto de Educación Física (IEF) de Mendoza en los años ’60. Recuerdo que se hablaba del CAFH, pero no les decíamos Caballeros Americanos del Fuego sino Caballeros Andantes del Fuego», arranca la fuente, que conoce al dedillo el ambiente de los profes de gimnasia.

Evoca: «En aquel tiempo se estudiaba bajo la modalidad de un internado. O sea que entrabas el lunes y te ibas recién el sábado al mediodía, para volver el domingo a la noche. En algún momento, estas personas se las arreglaban para tener sus reuniones».

-O sea que la de los Caballeros era una organización casi militar…

-¿Militar? ¡Mucho más! Tenían programado día por día lo que iban a hacer.

«Los Hijos han de santificar su día. Desde la mañana hasta la noche han de observar estrictamente sus obligaciones y tener un continuo control sobre sí mismos. Por la disciplina exterior alcanzarán la liberación interior» (Santiago Bovisio).
Mientras bebe su cortado, el veterano dice que se acuerda perfectamente de Eduardo Bertón, el hombre asesinado en Maipú.

«Brillante, muy buen docente. Como él, otros hombres y mujeres del CAFH eran atletas con un perfil de liderazgo evidente. Y se iban ubicando en cargos de conducción. Eran, por ejemplo, presidentes de clubes, abogados, ingenieros. Muy reservados. En mi experiencia, nunca mezclaron los temas místicos con asuntos laborales».

Cuenta que a algunos integrantes del grupo se los identificaba por «un anillo dorado con una figura en relieve» que llevaban en la mano.

Tras el golpe militar del ’76 -recapitula el entrevistado- echaron a casi todos los Caballeros del IEF, o los dejaron sin poder.

Pero, si existió, la persecución no se dio en todos los ámbitos. Al contrario. Abundan las pistas de que lograron prosperar en ambientes variopintos, como el de los economistas.

Es más: en la nota al pie 158 del libro «López Rega – El peronismo y la Triple A» (2007), el investigador Marcelo Larraquy asocia a los Caballeros Americanos del Fuego con el auge de las teorías neoliberales en la Argentina.

Postula que Ricardo Mansueto Zinn y Celestino Rodrigo -dos protagonistas del ajuste que se produjo en 1975 y que de hecho pasó a la historia como «El Rodrigazo»- estaban influidos por los Caballeros, al igual que el mendocino Pedro Pou, ministro de Economía de la provincia de Buenos Aires durante el gobierno de facto y más tarde director del Banco Central entre 1996 y 2001. Todos relacionados, a su vez, con el Centro de Estudios Macroeconómicos (CEMA), uno de los principales think tanks liberales del país.

En los ’80, los Caballeros volvieron con fuerza al mundillo de la Educación Física en Mendoza. Al menos eso es lo que afirmó otro docente con 30 años de experiencia ante la consulta de este medio. «Yo entré al IEF en el ’87 y todavía estaban. Tenían un cariz de cierto elitismo. Nunca me invitaron», rememoró.

El contenido espiritual de los alfajores

Tras la gestión Waxemberg, la conducción de CAFH quedó en manos de José Luis Kutscherauer (2005-2019) y luego la autoridad pasó a la mendocina Ana Cristina Flor (2019-actualidad).

Dado que la caballería per se tiende a no traer muchas ganancias materiales, la entidad inauguró hace décadas una panificadora en Calamuchita (Córdoba). Entrevistada por colegas del diario La Voz, Flor -gerente de la firma- afirmó que producían unos 50.000 alfajores por día.

Hoy en la página del CAFH figuran 3 sedes en Mendoza -Ciudad, Tunuyán y San Rafael- y un centro para retiros que también se encontraría en la provincia.

La casa en Ciudad se ubica sobre calle 25 de Mayo al 1786, aunque no es tan sencillo el ingreso. Se realizan encuentros programados de meditación, respiración y escritura -entre otros asuntos-, en la modalidad presencial y virtual; pero en pleno horario comercial el teléfono suena sin que nadie atienda. Tal vez en el futuro se pueda conversar.

Cuando una periodista de Canal 7 se acercó al lugar a mediados de esta semana, le dijeron que las puertas estaban abiertas pero sólo en los horarios prefijados para las actividades.

Los vecinos dicen que nunca notaron nada raro. Más que una logia, lo que parece haber ahí es un centro de terapias new age. Por si hiciera falta decirlo, ninguna de esas actividades relacionadas con la espiritualidad es reprochable.

Lo que pasó en Maipú

La investigación que lleva adelante la fiscal Claudia Ríos acerca del homicidio de Eduardo Bertón apunta a que el móvil del crimen fue económico.

Hay que subrayar, pues, que CAFH no se relaciona con el caso, salvo por el hecho fortuito de que la víctima fue miembro en el pasado.

Alberto Bertón, hermano del fallecido, conoce de cerca los entresijos de la organización. Él mismo fue Caballero durante más de una década, y al recordar a Eduardo en el programa «Días distintos» (Radio Nihuil) reflexionó sobre lo que realmente ocurrió.

«Es un camino para el desarrollo interior del alma. Sus postulados son accesibles y están publicados en la red», comentó sobre su tiempo en la orden.

Y aventuró una hipótesis sobre lo que le pasó a su hermano. Una de las sospechosas, la mencionada Claudia Córdoba, se habría acercado a la víctima hasta ganar su confianza y habría conseguido que Eduardo le diera acceso a una cuenta en el exterior que tenía unos U$S200.000. En teoría, cuando él falleciera sería ella la continuadora del movimiento «Humanáutica», un proyecto ideado por Bertón que de alguna manera continuaba su vocación mística.

No obstante, Alberto admitió que Eduardo había empezado a dudar de aquella decisión. «Voy a quitarle el acceso a mi cuenta, creo que me equivoqué», contó que le dijo su hermano poco antes de morir.

Ante ese panorama, tanto Córdoba como los otros dos acusados -Roxana Núñez y Pablo Peña- habrían decidido, el sábado 10 de agosto, ingresar al predio de la calle Videla Aranda, en Maipú, y dispararle a Eduardo en la cabeza. Después incendiaron el lugar.