El Confidencial (España), Isabel Morillo, 20.05.2018

Los ejercicios se intensificaban conforme avanzaba el trabajo del grupo hasta que, según coinciden varios de sus pacientes, llegaba un momento en el que «perdías el control sobre tu voluntad y todos los aspectos de tu vida». El aislamiento es total de todo lo que no sea el grupo. Todo se grababa y se analizaba. El doctor Lara negó esa manipulación e ironizó con que no tiene «poderes maléficos» ni domina la «telepatía».

El doctor Ángel Lara eligió a pacientes de larga trayectoria en su consulta de homeopatía y les hizo creer que eran los escogidos, seres diferentes con un aura especial que pueden llegar más lejos en sus enseñanzas. El siguiente paso fue adentrarse en el chamanismo. «Durante un primer momento, cuando empiezas a hacer los ejercicios, te parece todo normal. Es increíble, pero es así», relata uno de sus pacientes que desapareció del grupo en 2016. Algunos escapan como si lo hicieran de un secuestro, permanecen semanas escondidos, cambian de móvil, huyen para evitar ser encontrados y sienten miedo, según su relato. En algunos casos, el médico pidió entre 6.000 y 8.000 euros a cambio de esa libertad con extorsión, amenazas y presiones de otros correligionarios.

El control del grupo

«Cada vez es más exigente», asegura otro de estos pacientes que pide anonimato porque sigue sintiendo miedo, mezclado con culpabilidad y vergüenza. Rasgos característicos del trauma posterior al paso por este tipo de grupos con indicios de ser una secta, como comenta el especialista Miguel Perlado. El control mediante subgrupos de unos miembros sobre otros es fundamental para que el grupo funcione. Hay «lugartenientes», se vigilan hasta por Skype unos a otros. El doctor Lara habla de «ayuda» y dice que «lo del control es un invento».

El médico Ángel Lara, que se apoda como «Urano Rojo», habla a sus pacientes de «la rueda de la verdad» y llama a «cazar energía» en una nueva realidad, «una realidad a nuestro antojo». En el mes de agosto de 2013, pese a que los encuentros se suspenden por vacaciones, pide 100 euros e impone una serie de «ejercicios inexcusables» para ponerlos «más sanos, más luminosos, más guapos y muchísimo mejor preparados para entrar en el cuerpo de ensueño».

Se repite la idea de que, si no se hacen bien los ejercicios, con «disciplina» y «concentración», todo puede acabar «en una pesadilla dramática y un mal viaje». «Yo sabré siempre si alguien lo hace de forma seria o no y si no lo hace, es mi responsabilidad como médico decirle que para él no es posible entrar en el cuerpo de ensueño, porque sería muy peligroso». El doctor salpica toda su exposición a sus seguidores con ese tipo de advertencias.

Sus guerreros

«En un mes el resultado de todo esto será asombroso», recalca, «hay que ser responsables», subrayando el hecho de que si uno lo hace mal arruinará a todo el grupo. «Lo que estamos haciendo aquí es medicina de altísimo nivel», asegura Lara, según las transcripciones de una de estas reuniones. Aunque en conversación con El Confidencial el médico exige que nos dirijamos a él como «doctor» y asegura que no sabe de un «grupo de brujos blancos» son palabras suyas las siguientes: «Nunca más decir que vas al grupo de brujos no sabes muy bien a qué. Hay que tener un buen mapa sobre el trabajo homeopático, chamánico, del grupo de brujos».

Lara reclama a sus pacientes que hagan «un círculo de la verdad» y revelen a los miembros del grupo «su verdad más profunda». Hormiga atómica, árbol del paraíso, indígena de fuego o diana cazadora son algunos de los apodos que pone a los miembros de esta especie de secta, 28 personas en ese momento. Impone pasar media hora cada día en el espejo diciendo «soy esto y quiero esto» mientras se graban o caminar 10.000 pasos todos los días, no de cualquier manera sino como «hombre, mujer, caballo, león, niño, gran árbol, lechuga, piedra preciosa, anciano o muerto».

Deben dormir en el suelo, directamente, sin almohada o «cazar el aire fresco en la punta de la nariz» diez minutos cada día. «Cazamos el pensamiento y lo colocamos en una pantalla grande. Por ejemplo: Deseo ser millonario», indica como ejemplo. Las alusiones al dinero son constantes en sus alocuciones. «Su obsesión por el dinero se recrudece cada vez más», indica una de las personas que pertenecieron a este grupo. Repite constantemente a sus ‘alumnos’ que son unos «avaros». Las consultas cuestan 180 euros, las mensualidades del grupo entre 300 y 500 euros. «Hubo un momento en el que rebobinó y decidió pedir además 50 euros por encuentro del grupo por lo que reclamó de golpe 900 euros o traer a algún paciente», señala uno de esos «brujos blancos» a los que captó.

No al «sexo sin alma»

Un baile africano durante una hora al día, entrar en trance, hacer cada día un dibujo de uno mismo, escribir diariamente la experiencia que tienes con este trabajo o «comprar cuatro plantas de siete especies vegetales y poner el nombre de cada uno de los miembros del grupo». «Si dejas que se seque la planta es como un símbolo de que un participante se está secando», recoge este documento de trabajo.

El ‘gurú’ prohíbe «el sexo sin alma», el alcohol, el tabaco, el hachís, la cocaína, el chocolate, el azúcar, el café, la televisión, las noticias, la radio, los periódicos y las redes sociales. Solo pueden verse películas o libros que sean «grandes clásicos». Todo esto, según los testimonios recabados, propicia importantes perdidas de peso, por lo que en un primer momento se celebra que se está más sano. Insta siempre al ayuno y a «comer lo menos posible».

Una de las consecuencias más repetidas por quienes salieron de su influencia son los trastornos del sueño. En otra de las reuniones impone salir a las tres de la mañana cada día a dar un paseo a la calle o dormir en la calle una vez a la semana. Todos estos ejercicios van debilitando a sus ‘elegidos’.

Trastornos del sueño

Las referencias al sexo, prohibido entre los miembros del grupo aunque varias de sus pacientes aseguran que sí tuvieron relaciones con el médico, son constantes en las reuniones. Hay afirmaciones sobre el «radar de la energía sexual femenina», a «la sexualidad como una herramienta de poder y despeje» o como «una energía que hay que usar en beneficio de uno», según proclama en otra reunión, esta vez en mayo de 2015. El médico insta a sus seguidores a tener sexo libre más allá de sus parejas y alejarse de la monogamia. Pide llorar cada día, «estar en compañía de la soledad», «hablar con extraños difíciles» o «aceptar la aventura de viajar en nuestro barrio».

«Un día hubo un clic. No me preguntes por qué. Sentía miedo. No tenía vida. Estaba agobiado», relata uno de sus pacientes, que admite en su relato «humillaciones, vejaciones y abusos psicológicos». Les decía cómo vestirse, cómo actuar, cómo relacionarse, les hacía sentir que sus profesiones o sus trabajos eran secundarios, los aislaba de su entorno, según los testimonios. Y siempre «el ánimo de lucro era evidente». Todo se pagaba. «Hubo gente que se arruinó. Que pasó graves apuros económicos. No era nada fácil seguir el ritmo y en el grupo había de todo», declara otro exmiembro. Ángel Lara les prohibía acudir a ninguna otra consulta médica.

«Yo, como homeópata durante años, no puedo reprocharle nada. Pero él mismo empezó a entrar en una especie de enloquecimiento», señala otro testimonio. «Del médico que yo conozco a la persona que dejo cuando salgo ha habido un cambio, él sufrió una transformación», agrega otro corroborando esa impresión. Él era «el único médico». Ángel Lara está colegiado en Sevilla con casi cuarenta años de trayectoria.

«Espabilar» al ser humano

Uno de sus «lugartenientes» explica cómo se llega a la «búsqueda del reconocimiento constante» del gurú. Animaba a los miembros del grupo a «tratarse sin compasión». Les obliga, por ejemplo, a arrodillarse ante uno de los miembros, subir hasta una sexta planta dos veces a la pata coja, propicia lo mismo las caricias que el castigo físico, las bofetadas entre unos y otros y reclama agresividad. Su terapia, explica el doctor Lara, trata de «espabilar» al ser humano. Debían beber orina o retozar desnudos en su propiedad en Chiclana. «Una finca preciosa, con césped, una casa de dos plantas y una consulta muy bonita. Allí había una gran alberca y un campo donde hacíamos fuego y bailábamos desnudos. Él siempre estuvo muy preocupado porque los vecinos no denunciaran porque es verdad que la gente del entorno se violentaba», asegura uno de sus pacientes.

«El chamanismo es la medicina que ha alimentado al ser humano desde principios de la especie ‘homo sapiens’ sobre la tierra, toda la relación con el universo en forma mágica, donde uno no es una individualidad, sino un miembro del todo. El chamanismo es la medicina que ha estado cuidando a los cazadores recolectores y después a los agricultores desde el principio de los tiempos, donde cada elemento de la naturaleza tiene su propio corazón y su propia alma, eso se puede entender de miles de maneras. Después vino la unidad de creer en su solo dios y el patriarcado y ahí empieza la auténtica patología de la especie humana, que empieza con la lepra. Hace 12.000 años», explicó el médico a este periódico.