JAIME PRATS – Valencia – 06/03/1999
Lo último que esperaba Blanca es que al llegar a Finlandia para colaborar con una asociación que se presenta a sí misma como Organización No Gubernamental (ONG) le pusieran a su disposición un lujoso coche Saab, un teléfono móvil y la alojaran en la casa del coordinador de la asociación en Estonia, Letonia y Finlandia. «Sin pedir que enseñara ni el carnet de conducir», recuerda. Humana es, al menos, como reconoce su portavoz en España, una asociación «nada convencional» dedicada, señalan sus responsables, a la recogida y venta de ropa de segunda mano como medio de obener fondos para proyectos de cooperación en África. La Asociación Asesoramiento e Información sobre Sectas sin embargo, le niega espíritu benefactor alguno. «Son una secta» sentencia su presidenta, María Rosa Voladeras.
Voladeras asegura que es la cara humanitaria de una asociación que obtiene beneficios millonarios para ayudar «no al Tercer Mundo, sino a ellos mismos». Blanca (que ha preferido usar un nombre ficticio para este reportaje), de 30 años, vió en un programa de televisión que Humana, solicitaba Trabajadores Solidarios para África. Tras ponerse en contacto con ellos, le informaron que había un encuentro en Dinamarca para conocer las actividades de la organización. No lo dudó. Acudió a la cita danesa, donde se encontró a otros 40 jóvenes europeos. Les explicaron que la actividad consistía en un curso preparatorio de seis meses en un país europeo, una estancia previa a otro medio año en África colaborando en diversos proyectos de cooperación. Todo normal excepto dos detalles.
El curso de preparación incluía asignaturas tales como Búsqueda de inteligencia extraterrestre, Viviendo en la luna en el año 2025 o Nuevos movimientos religiosos. El segundo hecho atípico fue no menos curioso. La organización pagó los costes de desplazamiento a todos los que acudieron a la cita, a pesar de que sólo cinco de los 40 se decantaron por iniciar el curso. «Me pagaron las 50.000 pesetas del billete de avión» señala, «pensé que alguien les patrocinaba estos gastos».
La ilusión por colaborar en África era más fuerte que las reticencias que le despertaron estos detalles. Blanca se animó a acudir tan pronto como pudo pero no quería gastar sus ahorros en el curso de formación. Habló con la organización y no le pusieron pegas. Le propusieron acudir a Finlandia y colaborar con ellos de forma que así pudiera financiarse las 600.000 pesetas que cuesta. Llegó el 17 de enero pasado. Su jornada laboral se alargaba desde las 6 de la mañana hasta las 21 horas, durante las cuales se encargaba de localizar lugares para proveerse de recogida de ropa de segunda mano.
El trabajo era la única actividad permitida. Se le prohibió cenar fuera de casa y probar el alcohol, » ni siquiera una cerveza». Blanca se acostumbró a oir frases como «cuando estás en Humana sabes que todo es de todos», aderezadas por alusiones a la superación personal y la realización mediante el trabajo. Humana se registró en Cataluña en 1987 siguendo el proceso realizado en otros países: inscribirse en la lista de asociaciones, adaptarse a la legislación nacional y mantenerse federada al grupo Humana de Europa. La entidad matriz se denomina Ayuda al desarrollo de Pueblo a Pueblo, que se ha extendido por el mundo con diversos nombres. El funcionamiento también es el mismo: instalar contenedores de recogida de ropa usada.
La organizacion señala que el destino del género es la venta de la ropa en sus tiendas de Barcelona y Madrid, en África a través de sociedades hermanas y una parte menor a traperos. «La ropa no sirve para todos los proyectos, el dinero sí», señala su portavoz de Barcelona. Con las ventas obtienen beneficios millonarios que afirman invertir en proyectos de cooperación en África. La estructura empresarial de la asociación -cuenta con asalariados y no voluntarios-, las sospechas de enriquecimiento de sus dirigentes y la acusación de ser una tapadera y un medio de financiación de la asociación Tvind, una presunta secta escandinava, han hecho que se les investigue en varios países europeos.
En 1996 la comisión encargada de controlar las asociaciones caritativas en el Reino Unido abrió una investigación sobre los presuntos movimientos de capital de la organización en paraísos fiscales. El año pasado recogieron en toda España 3.968 toneladas de ropa, una cantidad «elevadísima», según un responsable la la Fundació Formació i Treball de Barcelona, colaboradora de Cáritas Diocesana, una de las entidades que más ropa de segunda mano recoge en la provincia de Barcelona para su distribución gratuita. Humana no ofrece datos sobre su facturación, sin embargo, sí que señaló que en 1998 destinaron 29 millones a África para proyectos de cooperación, una cifra «ridícula» para el miembro de la fundación catalana. Después de acabar «físicamente agotada y mentalmente alucinada», tras poco más de una semana, Blanca volvió a España.
La gota que colmó el vaso de su paciencia llegó en forma de mensaje electrónico a través de su hermana, que le envió informes que relacionaban a Humana con actividades irregulares financieramente y la acusaban de comportamiento sectario.Humana se encuentra en pleno proceso de expansión en la Comunidad.»Queremos llegar a los 500 contenedores a final de año», afirma la directora de la entidad en España, Elisabeth Molnar. La asociación cuenta actualmente con 215 contenedores repartidos entre 28 municipios de la provincia de Valencia y, de momento, las 363 toneladas recogidas el año pasado se vendieron para reinvertir el dinero en la expansión de la organización con la vista puesta en «crecer y abrir tiendas en Valencia». Molnar accedió hace dos días a dar explicaciones sobre la asociación junto a Javier Gadea, «manager de área» -tal y como se presentó- en un sobrio despacho en la localidad de Burjassot que hace de sede. La directora estatal defendió el funcionamiento empresarial de la organización. «Trabajamos de otra manera, no es mala sino diferente» señaló para defender los millonarios ingresos que obtrienen con la venta de ropa. Molnar parece estar acostumbrada a las críticas y preparada para responder con rapidez a las acusaciones que periódicamente surgen en torno a Humana.
«La facturación en venta de ropa no se ofrece», justifica, para no revelar los datos económicos de 1998. «Tenemos auditorías muy fuertes a final de año». Niega todo funcionamiento sectario y pese a llevar 22 años en la organización (diez en Dinamarca y 12 en España) afirma, con cara de absoluta ignorancia, desconocer el nombre del fundador de la organización, el danés Morgens Petersen, localizado según AIS junto a otros diez daneses en una villa de las islas Caimán, en el mar Caribe. En contra de la práctica generalizada de las ONG, Humana no dona el género sino que lo vende en sus tiendas o a pequeños empresarios africanos. «La ropa es una fuente de creación de riqueza en los países pobres. Además, si la regalaramos la gente se quedaría de brazos cruzados y lo que queremos es fomentar la actividad» La directora en España afirma ignorar quiénes dirigen la federación de asociaciones Humana, de la que forma parte la sección española.
La Coordinadora de ONG de la Comunidad Valenciana rechazó el año pasado la admisión de Humana en la entidad que las agrupa. «Se les bloqueó la entrada» señala una portavoz de Pau i Solidaritat, asociación que preside actualmente la coordinadora, «porque no cumplen los planteamientos de las ONG».